sábado, 31 de marzo de 2018

Recuperación de Saberes Ancestrales para la Resiliencia Territorial: ROSA -Recuerdo, Observación, Sueño y Algoritmo

Por Henry A. Peralta
Ing. Civil & Magister en Educación
Gerente General Soluciones Resilientes
la memoria no es pasada, sino que es futuro, porque uno camina sobre la huella, sobre la huella de los mayores. La concepción de pasado es adelante y no atrás. Por lo tanto, el camino recorrido  por nuestros antepasados, es el camino que debemos recorrer hoy… (de la cosmovisión del pueblo indígena Nasa en Colombia)
Una debilidad característica del mundo de afuera (sociedad occidental) en relación con el mundo de adentro (pueblos y comunidades ancestrales) para gestionar el riesgo de desastres con enfoque diferencial, es su limitada capacidad de observar e interpretar los hechos desde una perspectiva integral y sistémica. En este artículo se presenta una estrategia interpretativa y comunicativa para lograr establecer un diálogo entre el mundo de afuera y el mundo de adentro, con el objetivo de gestionar el riesgo de desastres en y con comunidades ancestrales. Esta  estrategia se le denomina ROSA, acrónimo de Recuerdo, Observación, Sueño y Algoritmo[1]. Estos cuatro elementos permiten valorar, recuperar, registrar y resignificar los saberes de los actores que hagan parte de una experiencia. De manera tal que ROSA, que se convierte en la principal fuente de información y conocimiento para gestionar los riesgos.

ROSA permite ordenar y entender la relación entre esos dos mundos. Este proceso de interpretación de saberes, no solo tomo como referente el Algoritmo que privilegia el mundo de afuera con su tradición y su saber,  sino también al  Recuerdo, la Observación y el Sueño desde el mundo de adentro, en donde necesariamente deben confluir principalmente los saberes de los actores de la experiencia que se desee interpretar.

Como parte del proceso interpretativo del Recuerdo, se valoran y recuperan los saberes contenidos en los registros algorítmicos, orales, textuales y contextuales de las memorias de los procesos de la generación y reducción del riesgo, que involucraron a las comunidades y técnicos.  En él es necesario reconocer dos tipos de recuerdos, el que está en la memoria individual y colectiva de las comunidades ancestrales y  el recuerdo ilustrado, que se encuentra generalmente compilado en forma de datos e información, en libros, bases de datos geográficas, etc.;

En la Observación, se valoran y recuperan los saberes contenidos en la percepción de las comunidades ancestrales, que se manifiestan en las señales de la naturaleza y las señas del cuerpo. Señas y señales que los individuos de la sociedad occidentalizada ya no perciben y no sienten en el cuerpo. El cuerpo ya perdió toda la sensibilidad con la naturaleza y tenemos que hacer uso de “prótesis tecnológicas” como una extensión del cuerpo para lograr sentir la naturaleza, haciendo uso de sensores y equipos sofisticados que la leen.

En el Sueño,  resignifica el componente onírico de la comunidades ancestrales. Aquí se valoran y recuperan los saberes contenidos en los sueños cotidianos (individuales y colectivos), así como los sueños inducidos por la ritualidad propios de las comunidades.  El sueño ha tenido diversos niveles de importancia para las culturas a lo largo de la historia. Las interpretaciones de los mismos se realizan desde distintas perspectivas, que van desde las psicológicas o psicoanalíticas, fisiológicas o místicas.

En el Algoritmo, apoyados en las prótesis tecnológicas, se valoran y recuperan los saberes contenidos en los registros instrumentales de monitoreo de los fenómenos naturales. Así como en la espacialidad que se configuran desde datos geográficos y que se representan en mapas, haciendo uso de los SIG y los GPS por parte de todos los actores, que permiten leer otro tipo de señales del territorio.

La interpretación a través de ROSA busca facilitar valorar, recuperar, registrar y resignificar los saberes emergidos en interacción de los actores de experiencias en reducción del riesgo de desastres - RRD. ROSA surge así como una forma de explicar cómo los actores de una experiencia en RRD,  construyen el pensamiento y visión de los acontecimientos.

Usualmente se habla de diálogo entre tradición y ciencia o el diálogo entre lo científico y lo empírico. Sin embargo mediante la aplicación de ROSA, se puede concluir que la ciencia tiene tradición y la tradición tiene ciencia. En ese sentido se puede decir que cualquier experiencia de dialogo con enfoque diferencial para la RRD, no está relacionado con el carácter de sus saberes, si corresponden al conocimiento científico o a la tradición, sino que  está en relación con los referentes que cada uno tiene para construir su idea y forma de ser mundo.

En ambos actores de la experiencia es posible identificar los cuatro referentes contenidos en ROSA para construir la idea del mundo, con sus diferentes matices. Lo particular es que estos no tratan de imponerse el uno sobre el otro, sino que establecen una relación de complementariedad y reciprocidad.

Los actores se basan en el Recuerdo, para hacerlo (todos lo hacemos); o se basan en la Observación, lo que uno ve (en lo presente, en lo de hoy); o se basan en el Sueño. En el caso del sueño, este es muy importante en la relación. En contraste con la poca valoración y sentido supersticioso atribuido por el mundo de afuera. Los referentes también se basan en el algoritmo. Definido como el indicador matemático que produce un hecho de la naturaleza, medido y registrado por un aparato, denominado como prótesis tecnológicas.

Los dos mundos en su encuentro, el de afuera y el de adentro, entran en diálogo a partir de los referentes que cada uno tiene contenidos en  ROSA. Es en efecto el instrumento ROSA que permite interpretar el diálogo entre ambos.

Los componentes de ROSA obedecen a la estructura holística que tienen en su cosmovisión. No existe compartimentación de los saberes, producto de una escisión tajante entre la mente y el cuerpo, o entre los aspectos espirituales y los terrenales. En el núcleo más tradicional del mundo de adentro, el conocimiento no se somete a un proceso reduccionista, como sí ha sucedido en la educación del mundo afuera. En ese contexto, aspectos como los sueños y la observación (señas y señales) no se agotan a lo medible y cuantificable o las lógicas instauradas hegemónicamente desde el mundo de afuera, a través de la “mirada”. El cuerpo en su conjunto ve, percibe  y da “señas” que los sabios o médicos tradicionales de las comunidades indígenas saben interpretar.  En el proceso de diálogo, son valorados tanto los saberes del mundo de afuera, como los saberes del mundo de adentro.

Por ejemplo en las comunidades indígenas Nasa en Colombia estos, construyen su realidad mediante un entramado que comprende un contexto, que bien puede corresponder con el concepto de cosmos del mundo de afuera.  En ese contexto, la información perceptual- sensorial se produce a partir de observaciones de señales, reconocimiento de emociones,  interpretación de las señas que sienten en el cuerpo y  lectura de sus sueños. Y esta información, en ese contexto, se procesa a través de sus rituales, ceremonias, conversaciones y dinámicas de trabajo propuestas por sus organizaciones. Es decir se trata de  otros mecanismos de adquisición de la información que no pasan a través de prótesis tecnológicas, sino que son percibidas directamente por los sentidos y que se obtienen durante la vigilia o el sueño.

Lo anterior significa que la interpretación desde ROSA no puede hacerse considerado cada uno de sus componentes por separado: el Recuerdo, la Observación, el Sueño y el Algoritmo. Se puede decir que en muchas ocasiones hay interpretaciones donde inciden el conjunto de ellos. Es así como estas ideas de mundo pueden construirse sobre: Primero, del Recuerdo, es decir que cada uno es su memoria propia, como actor profesional, personal comunitario o institucional; segundo, de la Observación, obviamente porque como parte de cada mundo se tiene algo que decir de sí mismo, no solo de lo que se trae como tradición en su recuerdo, sino en lo que en el mundo se participa; tercero, en el sueño, a pesar de que para el mundo de afuera el sueño no se constituye en un una fuente de información, para el mundo de adentro fue es muy valiosa; y cuatro, sobre el Algoritmo, es decir sobre unas cuentas  que cada uno de los mundos tiene de como medir el riesgo. 

Una gestión del riesgo con carácter diferencial, es necesaria para apoyar procesos de resiliencia territorial con comunidades ancestrales. En este ámbito constantemente las instituciones gubernamentales y no gubernamentales deben entrar en interacción con los diversos actores culturales. Muchos de los cuales, se encuentran comunidades tradicionales que conservan la oralidad como práctica predominante de transmisión del conocimiento. Mediante la palabra hablada  llegan a los acuerdos y solucionan las diferencias, en procesos de diálogo colectivo o mingas de pensamiento. El desconocimiento de este tipo de prácticas ancestrales por parte de instituciones del mundo de afuera pueden acrecentar las tensiones propias inherentes al encuentro de las diferentes visiones de ser y estar en el mundo. Máxime si se opera desde una intencionalidad intervencionista. 

Es entonces cuando el diálogo, en términos de lo planteado por Freire resulta una mejor alternativa, quizás la única posible en donde los interlocutores están en el mismo nivel. Las acciones y aprendizajes obtenidos con las experiencias vividas por el autor de este artículo, así lo demuestran y sirven como referente de un diálogo productivo entre dos mundos con miradas culturales diferenciadas. La productividad del diálogo lo valida entonces como una práctica que se debería estimular, como una herramienta primordial para los procesos de gestión del riesgo de desastres con comunidades.

En términos generales existe un gran desconocimiento de las culturas ancestrales, de sus cosmovisiones y cosmoacciones. Este desconocimiento del mundo de afuera, sesgado muchas veces por la pretensión de superioridad del saber occidental, constituye uno de los paradigmas que es necesario transformar. Para incidir en ello sería necesario acometer cambios en el sistema educativo. Es decir, sería recomendable incluir en la práctica de los procesos educativos en los colegios y universidades,  la  relación con la pluriculturalidad y multietnicidad como un rasgo fundamental que define el carácter de la población colombiana.

La valoración de los otros, por tanto se extendería hacia todos los componentes de su cultura, incluso hacia aquellos que pueden verse desde una mirada superficial del mundo de afuera como supersticiosos o infundados.  Ello incluiría entre otros,  la recuperación de las prótesis tecnológicas olvidadas o relegadas por las comunidades debido a  la aculturación;  la comprensión de la oralidad  (del diálogo) como forma predominante de transmisión del conocimiento y el entramado mítico como expresión de una historia ancestral afincada en un territorio; la atención a las señas y señales usadas por los indígenas, en tanto constituyen  indicadores o biodindicadores de fenómenos en el territorio.

En suma, es necesario que se valore el conocimiento del mundo de adentro (visión holística) con relación a la ocurrencia de fenómenos naturales, puesto que son indispensables para complementar los saberes del mundo de afuera. En tanto, las instituciones del mundo de afuera son portadoras de una visión fragmentaria que puede generar debilidades o incluso llevar al fracaso de los procesos. Esta fragmentación del conocimiento debe ser reemplazada por una visión  integral que involucre todas las dimensiones del desarrollo: conocimiento del contexto socio económico- productivo, socio-cultural- espiritual, político- administrativo, y  ambiental (físico- natural). Conocer el contexto territorial permite construir relaciones basadas en la confianza con los actores locales del territorio. 


[1] Esta estrategia interpretativa, es basada en una propuesta propia y original autor de este artículo y el Ing. Jorge Rojas, profesor del Instituto de Educación y Pedagogía de la Universidad del Valle

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