sábado, 31 de marzo de 2018

REFRESCANDO LA MEMORIA PARA CONTINUAR SIENDO RESILIENTES- FxXI'ZENXI'S KAAPHU'SE'JN ŨUSYA'KXÇXHÃÇXHANA U'JNUSYA' NESYUUYA'



Por: Henry Adolfo Peralta Buriticá

Ing. Civil & Magister en Educación
Gerente General de Soluciones Resilientes


henry.peralta@solucionesresilientes.com

Esta producción audiovisual tienecomo propósito para resaltar el concepto de resiliencia desde la Cosmovisión Indígena Nasa de los Campeones de la Reducción del Riesgo de Desastres 2015 en las américas, la Asociación de Cabildos Indígenas Nasa Çxhãçxha de Páez, Tierradentro, Cauca, Colombia. Espero que esta producción pueda motivar la reflexión de otros pueblos indígenas sobre el concepto y práctica de la Resiliencia.En este video Huber Castro Caliz, Linguista Nasa hace una relexión sobre lo que significa la Resiliencia desde la Cosmovisión del Pueblo Indígena Nasa, la cual se fundamenta en el concepto de CRIANZA. La crianza del agua, la semilla, el suelo y el alimento.Adjunto a este correo envío un documento de reflexión sobre el concepto de RESILIENCIA. Reflexión realizada por Huber Castro Lingüista Nasa, protagonista del video.

HUBER CASTRO Lingüista  Nasa reflexiona sobre el concepto de RESILIENCIA con Henry  A. Peralta Promotor Colombia Campaña Mundial Ciudades Resilientes

HENRY: ¿Qué significa la resiliencia para los Nasa?

HUBER: Ya’kxũsnfxxi’zwejxa

Ya’iiçhãçxhanũswejxa’ ma’wẽ, kĩh wee pa’the’ txãa wea’s ya’skhẽwçxa’ jwee çhãçxhana neeyunxi ki’ txã’s atxaajnxi’. Jwee piyana ya’yatxahna yũunxa’, piyana u’jnxi txã’ yaase’; ya’ykxhibna ãdna, fxuçna, phu’se’n kaaphu’se’na, ĩiçhe’jna, kaaĩçhe’jna
 
Wee ya’pa’jçxha y  Resiliencia es una actitud con suficiente capacidad que desenvolver los fenómenos contrarios a lo que signifique permanecer o lo que significa vivir en el tiempo y espacio e implica entender un sistema de pre planeación y replaneación para la administración de factores que causan desastre en las vidas naturales y/o humanas. 


HENRY: ¿Qué implica ser resilientes?

HUBER: ¿Ya’iiçhãçxhayuwe’ Kĩhkayuuwa’ kasẽhe’?

La resiliencia implica ser, conocer, reconocer y rehacer ya’iiçhãaçxhayuwe jiiyuuwa’j,

Implica sentir y saber interpretar el sentir

Implica reexistir resistiendo

Implica amar al otro enamoradamente

Implica entrar en pasión de amar al otro.

Implica disciplinarse de sí mismo.

Implica orden y libertad más no libertad sin orden

Implica entretejer proceso, entre dinamizar el proceso y conllevar mutuamente

Implica ser soberanos en alimentar y ser soberanos en alimentar implica sembrar y sebrar implica conocer a cuidar semillas y cuidar semillas implica saber dar la utilidad de lo que resulta del sembrado.


Implica renunciar de las comidas basuras

Implica juntar el corazón con la razón meewëjx neeja's chukte ki'pcxa

Implica ser sencillo, flexible y dureza a la vez cuando se és necesario

Implica resignificar y reapropiar el territorio

Implica revivir la memoria, construir la memoria y vivir la memoria.

Implica redescubrir el pensamiento, redescubrir el pensamiento implica vitalizar o revitalizar las lenguas.

Implica revivir la lengua para pensarla desde su originalidad

Implica medir fuerzas con las trabas de la vida.

zich kha'tx pakya' piyawa'ja' implica aprender a cocer cascaras de huevo.

Implica ser acuáticos sabanero aéreo o volador, a la vez.

Implica (mambear o masticar las palabras)


HENRY: ¿De qué manera el pueblo se es resiliente? Es resiliente cuando la gente del pueblo es feliz con sus tenencias
HUBER: Es resiliente cuando es independiente de las entidades extrañas. 

Es resiliente cuando convive con el saber milenario.

Es resiliente cuando los pensamientos son diversos pero saben todos que el propósito es una.

Es resiliente cuando mi pensamiento está en el bien estar de los demás.

Es resiliente cuando el territorio es su pensamiento

Es resiliente cuando sabe que la madre tierra es su cuerpo y su conjunto.


HENRY: ¿Cuáles son las características que identifican, que un pueblo es resiliente?

HUBER: El territorio es resiliente cuando es autónomo en todo sentido ejemplo su pueblo muestra independencia en área de gastronomía, sus semillas son de su contexto y de su originalidad, mantiene informaciones precisas y coordinaciones eficaces, su práctica de espiritualidad es originaria. Tiene claro en el qué hacer lo colectivo y cómo aprovechar lo individual.

En resumen sabe dónde está de donde vino, cómo vino, cuales fueron los fracasos y qué alimentó del fracaso y el vigor que siente el pueblo en el momento para su vida. El ser resiliente no necesita educar, se auto-educa y no se educa.


HENRY: ¿Cuáles son las categorías o puntadas que hacen resiliente?

HUBER: Abundancia de semillas.

Buen espacio de producción.

Conceptos claros y precisos

Clara percepción territorial.

Coordinación e interrelación e integración territorial

Comprensión de la correlación entre naturales y no naturales.

El territorio

La historia

La identidad

La cultura

La memoria

La lengua 


HENRY: ¿desde los aspectos lingüísticos que elementos se pueden derivar de la palabra resiliencia?

HUBER:  
Resiliar, Acto de demostrar la capacidad de ser fuerte ante el otro

Resiliente: entidad con elementos suficientes para mostrar su capacidad de sobrevivir ante en un desastre

Resiliente: el que dinamiza la política de resiliencia

Resiliando: pueblo que está en proceso de ser resiliente

Resiliado: pueblo que logró identificar la capacidad de su fuerza física o intelectual dentro y para con otros territorios en su significado y sus significantes.

Resigiología: es parte de la ciencia que estudias las disciplinas de las potencialidades de cada uno de los seres del planeta tierra.

Observatorio Resiliencia Territorial  
Centro de Pensamiento, Innovación e Investigación
Soluciones Resilientes

EL RIESGO MAS QUE UNA PROBABILIDAD, ES UNA CERTEZA: "USOS Y DES-USOS DEL CONCEPTO DE RIESGO"



Por: Henry Adolfo Peralta Buriticá
Ing. Civil & Magister en Educación
Gerente General de Soluciones Resiliente
henry.peralta@solucionesresilientes.com
 
El riesgo normalmente se ha conceptualizado y explicado  como la probabilidad de ocurrencia de un evento determinado, que puede generar daños y pérdidas al encontrar condiciones de vulnerabilidad . En una definición más precisa y actual, el riesgo de desastres se define como la: “Posibilidad de que se produzcan muertes, lesiones o destrucción y daños en bienes en un sistema, una sociedad o una comunidad en un período de tiempo concreto, determinados de forma probabilística como una función de la amenaza, la exposición, la vulnerabilidad y la capacidad” (ONU, 2017). Sin embargo, a pesar de la claridad con la que se expresa el concepto del riesgo de desastres, este, es aún poco comprendido. 

Lo que hace que el riesgo se entienda como una probabilidad, está asociado principalmente a que aún se confunde con la amenaza. El uso indiferenciado de riesgo y amenaza como sinónimos, se ha popularizado. De manera ligera y sin mucha reflexión este se confunde con la amenaza y se asocia  solo a probabilidad. Esto se evidencia por ejemplo en el uso frases como: “el riesgo de que llueva”  o “el riesgo de que tiemble”, para referirse la ocurrencia de la lluvia o de sismos y no a las pérdidas ocasionadas. Esta es una clara manifestación de la confusión conceptual que se tiene entre amenaza y riesgo. 

El riesgo más que una probabilidad, es una certeza. Éste existe en la medida en que se ha venido acumulando, construyendo y reproduciendo.  Lo anterior tiene una repercusión en la práctica, especialmente en la toma de decisiones, muchas veces sesgada solo a la atención de las emergencias y desastres, sin recurrir  a la prevención. Se enfoca solamente en el estudio de los fenómenos naturales y la estimación anticipada de pérdidas brilla por su ausencia.

El riesgo al ser confundido con la amenaza, no se mide en sus debidas proporciones. La vulnerabilidad se evalúa de manera superficial. Y aún menos, la resiliencia o capacidad, a pesar que esta ha empezado a tomar fuerza,  como un factor importante en la estimación y reducción del riesgo, cuando este es adecuadamente comprendido. 

En efecto, es urgente hacer claridad conceptual de lo que significa el riesgo. La esencia del concepto del riesgo, está asociado principalmente al cálculo anticipado de pérdidas. La difereciación clara entre  entre el riesgo y la amenaza, podría no tener mucha importancia. No obstante, es de gran relevancia si se desea avanzar en su comprensión y la reducción del mismo, desde la noción de pérdidas. La clave está en entender el riesgo, en términos de su medición.  Esto puede clarificar la diferencia entre el riesgo y la amenaza, así como el papel que cumple la vulnerabilidad y la resiliencia. 

De manera sencilla, esta confusión conceptual podría solucionarse, si se entiende la esencia misma de los conceptos, haciendo uso de un lenguaje más cotidiano. Asociar cada concepto a palabras más comunes como por ejemplo: Amenaza = Peligro, Vulnerabilidad= Debilidad, Resiliencia = Capacidad y Riesgo= Pérdidas. Sin lugar a dudas ya no habría forma de confundirse.

Evaluar el riesgo en términos de pérdidas, permitiría reducir la incertidumbre existente sobre pérdidas potenciales y futuras. El reto esta de pasar de la incertidumbre a la certidumbre, de lo desconocido a lo conocido. Ese elemento es fundamental para la aplicación de la primera prioridad del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030 que es comprender el riesgo de desastres. 

El riesgo es una certeza, por que se conoce las causas que lo generan y lo potencian. Es posible dimensionarlo y valorarlo en términos de daños y pérdidas.  Físicamente se puede ver, identificar, georreferenciar, mapear y caracterizar. El riesgo es dinámico y cambiante en la medida los elementos que lo conforman puedan ser intervenidos o controlados, de manera individual o simultánea. Estamos hablando de la amenaza, vulnerabilidad y resiliencia. Es así como su análisis permite estimar esas pérdidas anticipadas.

De otro lado el riesgo, debe ser susceptible a ser representado en texto (informes) y en contexto (mapas). Aunque su representación en mapas aún tiene muchas deficiencias, debido a la confusión conceptual que se presenta entre riesgo y amenaza. Es común encontrar “mapas de riesgo” donde no se representan pérdidas potenciales, sino zonificaciones de susceptibilidad de fenómenos o localización de eventos pasados. Aquí hay otro desafío por enfrentar. La representación espacial del riesgo, en términos de pérdidas.

Finalmente podríamos concluir que comprender el riesgo desde su medición como pérdida potencial, permitiría dejar de hablar de “gestión del riesgo” y referirse mejor a la “gestión de las pérdidas potenciales”. No hablar de “reducción del riesgo” sino de “reducción de las pérdidas potenciales”. Lo anterior da mayor claridad el propósito real de gestión y la reducción de riesgo. Esto puede ser un  elemento movilizador hacia la medición de anticipada de las pérdidas, que hoy en día poco se hace, para llevar a la práctica el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030.  

Observatorio Resiliencia Territorial
Centro de Pensamiento, Innovación e Investigación 
Soluciones Resilientes

LA RESILIENCIA: ESTRATEGIA PARA SALIR DEL ASISTENCIALISMO



Por: Henry Adolfo Peralta Buriticá
Ing. Civil & Magister en Educación
Gerente General de Soluciones Resilientes
henry.peralta@solucionesresilientes.com


La resiliencia es la capacidad innata y/o adquirida de una persona u organización para resistir, adaptarse, prepararse y recuperarse ante una crisis.  Se basa en una actitud flexible y de aprendizaje para resolver de forma creativa e innovadora las situaciones adversas cotidianas, así como las grandes crisis. 


La palabra resiliencia tiene un origen antiguo, si bien en castellano se considera un neologismo derivado del inglés resilience, existen textos en latín que indican su uso antes de Cristo. Resiliencia proviene del verbo en latín resilio, que significa saltar hacia atrás, saltar nuevamente, rebotar, chocar, caer sobre. 

La resiliencia es el medio para lograr mejorar las relaciones entre sociedad – sociedad y sociedad naturaleza. Implica fortalecer las capacidades socio-culturales, económico-productivas, ambientales (físico - naturales) y político – institucionales, para establecer relaciones más armónicas de los seres que habitan un territorio, entre ellos mismos y con su entorno.  Es decir, avanzar hacia  desarrollo sostenible. Esto  implica que la naturaleza no se convierta en amenaza para la sociedad, ni que la sociedad se convierta en amenaza para la propia sociedad. 

El camino hacia a la resiliencia pasa en primera instancia por establecer acuerdos entre la  sociedad misma para la resolución de sus conflictos.  Conflictos que de no ser resueltos, se materializan en escenarios de riesgos asociados  a un desajuste de la relación sociedad-naturaleza. Estos revelan las condiciones inseguras en los territorios, generando otros conflictos aún más graves, que comprometen la vida, los medios de subsistencia, la infraestructura existente cuando es afectada por desastres. 

En el mundo actual es necesario que la resiliencia deje de verse sólo como una palabra de moda o una muletilla de los grandes  discursos, para que en su aplicación práctica se convierta realmente, en esa palabra verdadera que moviliza hacia la acción. Es necesario pasar de un concepto estática, sin vida y poco comprendido, a reivindicar su verdadera esencia vinculada con el dinamismo, la energía, el movimiento y al cambio.  La resiliencia expresa acciones de avance o de retroceso, lo contrario a lo estático. Denota también el fluir de la vida, el brotar, el palpitar de la naturaleza, tal como lo hace el agua. 

Existe una necesidad urgente de comprender que la resiliencia es  para la vida y no para el desastre. Como camino hacia el cuidado de la “casa común” debe sustentarse en un cambio de enfoque que articule lo desarticulado, que convoque a los que creen no tener nada que ver, que motive pasar de la reflexión a la acción y viceversa, para afrontar los problemas actuales y futuros, frente a los cambios globales. 

Se corre el riesgo de que al no ser comprendido desde su integralidad, el término resiliencia se desgaste rápidamente, tal como ha sucedido con el concepto de gestión del riesgo. El cual muchos dicen practicar, pero que en la realidad reproducen la lógica asistencialista y emergencísta, distanciándose del sentido inicial. Usada como estrategia pedagógica la resiliencia sirve para refrescar el entendimiento de la gestión del riesgo. 

En este contexto la resiliencia se constituye en el nuevo paradigma para los territorios, como propiedad emergente, para su comprensión y aplicación debe abordarse una perspectiva sistémica.  El Papa Francisco en su carta encíclica laudato si’ al referirse sobre el cuidado de la “casa común”, hace hincapié en esta situación. Hace un llamado de atención a los gobiernos y a la población en general a tomar conciencia sobre las acciones contra la madre tierra. Insta a la necesidad de reorientar las prioridades del desarrollo y volcarse a la protección, así como el rescate urgente de la “casa común”. 

En efecto, a escala global son generalizados el aumento de la exposición y fragilidad de las ciudades asociados a un acelerado crecimiento urbano sin planificación, condición que ha generado el deterioro de los ecosistemas. A ello se suma el incremento de la frecuencia, magnitud e intensidad de los fenómenos climáticos, que ponen en peligro la vida y la sostenibilidad. 

En sociedades como las latinoamericanas expuestas a múltiples amenazas de toda índole y de gran fragilidad en los ámbitos del desarrollo, existe una “doble afectación” en términos de los impactos de los desastres sobre la población, la infraestructura y las economías. Esta doble afectación está compuesta por el impacto de fenómenos naturales por un lado y por el otro, los asociados a fenómenos sociales con todos sus matices. Todos en conjunto, comprometen en gran medida el mucho o poco “desarrollo” de un territorio. 

Es ahí donde la construcción de resiliencia surge como una respuesta a los impactos de esa doble afectación. Centrándose en el fortalecimiento de las capacidades locales de las comunidades, organizaciones e instituciones, para sacarlas del círculo vicioso del asistencialismo. La generación y/o recuperación de la confianza, así como la dinamización de la autonomía comunitaria constituyen los dos pilares fundamentales sobre los cuales se debería soportar la resiliencia como estrategia para el cuidado de la casa común.

Esto  soportado sobre siete principios básicos, que son: la ética, la corresponsabilidad, la complementariedad, la subsidiaridad, la reciprocidad, la integridad y el pensamiento sistémico. 

Existe una tendencia muy marcada en la mayoría de estados en vías de desarrollo de potenciar el asistencialismo como parte de su modelo de relacionamiento con la población. La ocurrencia de desastres asociados a situaciones de orden social, natural o tecnológico incrementa aún más el asistencialismo. Esta práctica no potencia capacidades en los territorios, sino que incide de manera definitiva en el aumento de las vulnerabilidades de la población. 

En contraposición al asistencialismo, las comunidades necesitan ser involucradas, ser gestoras y participes de soluciones resilientes, planteadas como la respuesta a los problemas del desarrollo. Una solución resiliente definida como un diseño funcional de una acción o producto que se adapte a la dinámica de la vida, se anticipe y responda a las crisis para generar transformación. Implica la necesidad de ser creativo e innovador para lograr con los recursos endógenos resolver los problemas de un mal desarrollo y del riesgo existente. 

La resiliencia invita de pasar del asistencialismo al empoderamiento, de la gestión del desastre a la gestión del riesgo, de la dependencia a la autonomía. La resiliencia como camino hacia el cuidado de la casa común, requiere finalmente un compromiso para dejar de ser un simple verbalismo y convertirse en acciones concretas que se reflejen en cambios profundos, para construir relaciones armónicas entre la sociedad y la naturaleza. 

Nota: La esencia de los conceptos de resiliencia aquí expresados fueron originalmente publicados en el Libro: Resiliencia. La clave del Liderazgo del Siglo XXI. Escrito por Henry Adolfo Peralta Buriticá y Amparo Velásquez Peñaloza en noviembre de 2017.

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Soluciones Resilientes

EDUCACIÓN Y PEDAGOGÍA EN RESILIENCIA: UNA PROPUESTA PARA REDUCIR EL RIESGO Y TRANSFORMAR LA REALIDAD



Por: Henry Adolfo Peralta Buriticá

Ing. Civil & Magister en Educación

Gerente General de Soluciones Resilientes

henry.peralta@solucionesresilientes.com

Nota: Este artículo se basa en algunos apartes del libro: Resiliencia, la Clave del Liderazgo del Siglo XXI, escrito por Henry Peralta y Amparo Velásquez (2017)
Como educadores y educadoras somos políticos, hacemos política al hacer educación
Paulo Freire

Cuando en la actualidad se pretende generar un cambio de enfoque  sobre lo que significa e implica la gestión del riesgo para ir de la teoría a la práctica, hoy más que nunca es pertinente y necesario avanzar hacia una educación y pedagogía en resiliencia. En este ejercicio resulta clave conectar la gestión del riesgo, el desarrollo sostenible, el cambio climático, la nueva agenda urbana y la acción humanitaria, como temas de una misma agenda.  Elementos claves para formar a los viejos y los nuevos líderes, así como tomadores de decisiones, desde un pensamiento crítico de la realidad que supere al tradicional, caracterizado generalmente por estar arraigado en el pasado.

Esta situación no se resuelve solamente creando un currículo para la gestión del riesgo de desastres. Tampoco incorporándolo en programas de formación formal y no formal en instituciones educativas de básica primaria, secundaria y/o de educación superior. Es más que eso. No se trata “transversalizar” el tema en los ámbitos educativos y vaciarlo dentro del modelo actual de enseñanza aprendizaje, caracterizado principalmente por un tipo de “educación bancaria”[1], tal como lo planteaba Paulo Freire. Insertarse en ese modelo escolar, limita las posibilidades y replica la alienación.  

La educación tradicional en términos generales tiene una estructura rígida que no permite el diálogo. Para trabajar desde la resiliencia de manera integral, sería necesario entonces concebirla desde la totalidad de la vida cotidiana y dentro de la escuela, como objeto y contexto del currículo.

La educación y pedagogía en resiliencia deben surgir sobre las bases de una relación estrecha entre el educador-educando-educador, para transformar la realidad. La educación concebida como un acto dialógico de formación política, permite romper paradigmas, cambiar modelos mentales y salirse de la zona de confort. 

La educación que no está orientada de transformar a los educandos para que comprendan y transformen su realidad, no sirve finalmente. Aquí es necesario precisar que el acto de educar es mas integral que el acto de formar. Normalmente en la gestión del riesgo se refiere mas a acciones formación y muy poco a acciones de educación. Si se continúa solo en el acto de formar y no de educar, los avances en la transformación de la realidades de una comunidad en riesgo van a ser mínimos.  Mientras tanto si las acciones son educativas desde un enfoque integral y crítico de la realidad, es posible que sus efectos sean mejores y sostenibles en el tiempo, reflejándose en cambios  positivos en la realidad de las comunidades en riesgo. El acto de educar promueve el reconocimiento de la realidad y promueve la autonomía.

En uno de mis encuentros casuales con Allan Lavell, en la Conferencia Mundial de Reducción del Riesgo de Desastres de ONU, en Sendai Japón en marzo de 2015, le pregunté sobre cuál era su recomendación para los jóvenes líderes que venían tras los pasos de la Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres de América Latina, La RED, en relación con las acciones que debíamos acometer para fortalecer la reducción del riesgo desastres en los países. De todo lo que respondió Lavell, lo que más me llamó la atención fue cuando me dijo, que a pesar de los grandes avances en el posicionamiento y la adopción de un enfoque integral en las políticas mundiales y los avances en la creación de leyes en los países, él consideraba que para poder llevar esto realmente a la práctica, era necesario volver a las raíces de los planteamientos de la RED.

Comprendí entonces que era necesario volver a estudiar las nociones, métodos y prácticas sobre los cuales se soportaron sus planteamientos, debido que a pesar de que estos han sido escritos y “transcritos” en las políticas globales y de los países, considero que aún existe un vacío en la comprensión de sus planteamientos, no solo en su significado sino en su significante.Lavell plantea que para la RED, siempre la idea era la de la difusión y acogida de un método y práctica, noción y concepto, distinto a los que prevalecieron a principios de los 90. Y eso, creemos, se ha logrado. Tal logro, ya de por sí da vida a LA RED y su futuro está hoy en manos de otras generaciones, estudiosos y practicantes. 

Lo anterior implica que es necesario reflexionar sobre los “viejos conceptos” aún no comprendidos y que muchos creen manejar y aplicar de manera coherente.  Aún existe un reto más  importante, es el de comprender los nuevos conceptos, como el de resiliencia, que ahora muchos usan y que está de moda, pero que todavía no es comprendido en toda su dimensión. Concepto poderoso desde donde se podría explicar los conceptos “viejos”. Es como devolverse desde ahí hacia atrás. Para lograr esto es necesario, estar dispuesto a desaprender y aprender de nuevo.

Bajo esa óptica la educación y la pedagogía en resiliencia tienen como finalidad fortalecer capacidades políticas y organizativas de la sociedad, con base en el conocimiento del territorio. Es necesario catalizar una ruptura del círculo vicioso donde la comunidad se comporta y ve a sí misma desde un rol de víctima, dependiente y asistida. Implica, al contrario, tener una postura crítica la realidad para construir soluciones resilientes desde los limitados recursos endógenos. Esto permite mejorar las condiciones de vida y exigir a quien corresponda el cumplimiento de los derechos.  Es una actitud proactiva de conocimiento y reconocimiento de los deberes y derechos que potencia la autonomía, como base de la creación de resiliencia.

A pesar de los muchos esfuerzos que organizaciones internacionales, aún falta un largo camino por recorrer en la promoción del cambio de enfoque de la gestión del desastre, a la gestión del riesgo. Es común escuchar a individuos, consultores, organizaciones de diversas índoles o de entidades territoriales, referirse a los “desastres naturales”. Pareciera que los procesos de “alfabetización” conceptual sobre la temática no hubieran tenido la suficiente dispersión y alcance que se esperaba. Este proceso de divulgación de los conceptos es clave y urgente, e incluye una comprensión crítica del mundo.

Muchas de las decisiones en términos de programas, proyectos y acciones concretas en los territorios para la reducción del riesgo y el desarrollo sostenible, dependen de los modelos mentales de individuos y organizaciones. El miedo al cambio, o a que se “mueva la silla”, pueden ser algunas de las causas principales de decisiones inadecuadas. Esta actitud más temprano que tarde, incide en el mejoramiento de las condiciones del colectivo social.

Finalmente los más afectados, frente a las decisiones tomadas por los modelos mentales existentes, son las comunidades que requieren soluciones integrales y urgentes a las problemáticas del riesgo y el mal desarrollo. Son frecuentes varios tipos de obstáculos a las ideas innovadoras: los criterios personalistas, las creencias o supersticiones inmovilizadoras, las escuelas de pensamiento o de formación con ideas anacrónicas, así como las actuaciones incongruentes con la misionalidad de las organizaciones, son condiciones que pueden ralentizar o definitivamente impedir dinámicas diferentes.

Los responsables de diseñar los procesos educativos en gestión del riesgo, tanto individuos u organizaciones están llamados a reflexionar y plantearse preguntas como: ¿Cuál es la comprensión sobre el acto de enseñar la gestión del riesgo?; ¿Cuál es la comprensión del acto de aprender que se debe desarrollar en los educandos? o ¿Cuáles son las metodologías, técnicas y dispositivos pedagógicos con los que se puede apoyar el proceso educativo hacia la resiliencia?. Resolver estas inquietudes, podría servir para crear nuevas escuelas de pensamiento, sobre la base de una educación y pedagogía en resiliencia, que permita leer en texto y contexto de manera crítica, las realidades territoriales que generan el riesgo y afectan el desarrollo. Esta es la base para resolver de manera creativa y propositiva las problemáticas existentes del riesgo actual y los riesgos futuros de manera sostenible. 

Observatorio Resiliencia Territorial
Centro de Pensamiento, Innovación e Investigación 
de Soluciones Resilientes




[1] Para Freire (1968) la educación bancaria: “sugiere una dicotomía inexistente, la del hombre-mundo. Hombres que están simplemente en el mundo y no con el mundo y con los otros. Hombres espectadores y no recreadores del mundo”.

ROMPER LOS PARADIGMAS: UN CAMINO HACIA LA RESILIENCIA

Esté abierto a desaprender y aprender cuando sea necesario. No tenga miedo a experimentar nuevos aprendizajes y a dejar su viejos conceptos, esto le permitirá estar a la vanguardia del conocimiento en la resiliencia. (Henry A. Peralta, 2015)

 
Por: Henry Adolfo Peralta Buriticá
Ing. Civil & Magister en Educación
Gerente General de Soluciones Resilientes
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“Siguiendo la pista inspiradora de la Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres de América Latina – LARED”

En 1992 un grupo de pensadores de diversas disciplinas, unos actuando de manera individual y otros representando a sus organizaciones, decidieron atreverse a romper paradigmas y modelos mentales sobre lo que significaban los riesgos y los desastres conformando lo que hoy conocemos como La Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres de América Latina - La RED.

Sin lugar a dudas la RED a ha influenciado de manera positiva el desarrollo de las políticas mundiales, nacionales y sectoriales sobre la temática, desde un enfoque integral y moderno, que inicialmente en su proceso de “apostolado”  fue difícil posicionar. Sus aportes conceptuales sobre los riesgos y desastres  se propusieron desde una visión y práctica alternativa, que rompió con el paradigma que los desastres eran naturales. Además motivo a muchos a cambiar sus modelos mentales, que luego se convirtieron en promotores y defensores de sus planteamientos.

Precisamente Allan Lavell, uno de los más reconocidos pensadores de la RED, y premio Mundial en Prevención de Desastres Sasakawa  de ONU en 2015, plantea, que sin lugar a dudas, la Red ha cumplido un rol muy importante, a tal grado que no es aventurado sugerir que junto con la OFDA-AID, la OPS y la OEA, constituye una de las organizaciones que más ha contribuido a promover visiones y prácticas alternativas del problema, cogida por muchos a lo largo del continente[1]

Esta  Escuela de Pensamiento Latinoamericano, integrada por personas de disciplinas como la geografía, economía, sociología, antropología e ingeniería, entre otras, gracias a que se atrevieron a romper paradigmas y sus modelos mentales se convirtieron en los impulsores de un mensaje global, que los llevó a asesorar a gobiernos y organizaciones internacionales, motivando un cambio.

Su modo particular de hacer ciencia, desarrollar conocimiento e impulsar la práctica de la reducción del riesgo de desastres con un enfoque integral, los convirtió en líderes y referentes obligados para el estudio de la temática. De tal manera que 25 años después, sus planteamientos siguen aún vigentes, esperando a ser tomados y comprendidos por las nuevas generaciones que venimos detrás de la pista, de esta corriente de pensamiento latinoamericana para llevar la teoría a la práctica y atreverse a reafirmar y/o a proponer una nueva teoría.

A nuestro favor, hoy tenemos los nuevos líderes que promovemos la reducción del riesgo de desastres, el camino recorrido por RED y aún más importante, que sus planteamientos son reconocidos en acuerdos y agendas globales, como una manera de hacerle frente a la problemática del riesgo, pero desde una perspectiva de desarrollo como temas de una misma agenda. El Marco de Sendai para la Reducción de Riesgo de Desastres 2015 -20130, recoge mucho de los frutos de esta corriente de pensamiento.

Lavell plantea que para la RED, siempre la idea era la de la difusión y acogida de un método y práctica, noción y concepto, distinto a los que prevalecieron a principios de los 90. Y eso, creemos, se ha logrado. Tal logro, ya de por sí da vida a LA RED y su futuro está hoy en manos de otras generaciones, estudiosos y practicantes[2]. 

Los años 90 fueron el escenario de graves crisis humanitarias y ocurrencia de desastres de gran impacto. Pero también fueron años de reflexión y de propuestas alternativas para hacerles frente a las problemáticas existente. El decenio internacional para la Reducción de los Desastres 1990-1999 de ONU, se constituyó en un gran espacio de dialogo y experimentación para el cambio. La RED, entre otros grupos, fue uno de los frutos de ese momento histórico y que se atrevió a romper paradigmas.

Hoy nuevamente estamos experimentando nuevas crisis humanitarias y aunque se ha reducido el número de víctimas por la ocurrencia de desastres, dado los avances alcanzados en materia de reducción del riesgo de desastres en materia de legislación, sistemas de alerta temprana, preparativos, entre otros aspectos, su impacto sobre la economía de los países y sus medios de vida a nivel local, está en aumento.

El futuro de la especie humana tal como lo plantea el informe global de evaluación del riesgo de desastres de ONU (GAR – 2015), está en peligro, si no se toman las medidas anticipadas para mejorar la relaciones entre la sociedad - naturaleza, y sociedad – sociedad, es decir mejorar las condiciones de un desarrollo más humano, sostenible y resiliente, así como si no se reduce el riesgo.

Sin embargo a pesar de esta noticia tan preocupante, consideramos que han empezado soplar algunos vientos de cambio, que son necesarios identificar para poder levantar las velas y navegar hacia un nuevo rumbo, que corrija los errores del pasado reduciendo el riesgo existente y evitando que se generen nuevos riesgos, tal como lo plantea el principal objetivo del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015 -2030.

Eric Hoffer plantea que, en tiempos de cambio quienes están abiertos al aprendizaje se adueñaran del futuro, mientras aquellos que crean saberlo todo, estarán bien equipados para un mundo que ya no existe.  Lo anterior nos invita a estar dispuesto a desaprender y aprender para hacer parte de ese cambio.

Siendo consecuentes con lo anteriormente planteado, en el libro RESILIENCIA: la Clave del Liderazgo del Siglo XXI, escrito por Henry A. Peralta y Amparo Velásquez Peñaloza, en 2017, se hace el planteamiento de la resiliencia como paradigma, desde una perspectiva sistémica y como propiedad emergente, que entendida como capacidad puede ser creada y recreada. La resiliencia no es solo para el desastre, es realmente para la vida.

Sin embargo, la ruptura de un paradigma y el posicionamiento de uno nuevo no es un proceso lineal. Un ejemplo de ello es como después de tres décadas de demostrar que los desastres no son naturales, aún persiste la tendencia a culpar a la naturaleza de los daños. Infortunadamente, esta visión permanece en discursos académicos, de entidades públicas y privadas, así como en declaraciones políticas de entidades tanto nacionales como internacionales. Este comportamiento puede tener muchas razones; entre ellas la conveniencia de no aceptar la propia responsabilidad de las acciones, el desconocimiento de los fenómenos o el determinismo con que se asume el destino personal. (Peralta & Velásquez, 2017)

El cambio en los modelos mentales depende de múltiples factores. Uno determinante, es el proceso pedagógico que se realice para divulgar la nueva perspectiva ante una comunidad. Comprender y aplicar el concepto de resiliencia para la vida en su verdadera dimensión y contexto conlleva recorrer un camino complejo. Para que surta efecto, este proceso deber estar acompañado de unas estrategias didácticas hacia la comunidad, que motiven la generación de cambios en los modelos mentales (Peralta & Velásquez, 2017)

Observatorio Resiliencia Teritorial
Centro de Pensamiento, Innovación e Investigación 
De Soluciones Resilientes

Nota: éste libro esta disponible por ahora en Colombia en formato impreso. En el primer trimestre del año 2018 estará disponible en México, Argentina y Ecuador
También se encuentra disponible en formato digital en Amazon Books