sábado, 17 de octubre de 2020

RESILIENCIA EN “REALIDAD AUMENTADA”: Alcances de modelo Avance, Declive y Evolución de la Resiliencia- ADER


Imagen de Gerd Altmann en Pixabay 


Por: Amparo Velásquez y Henry Peralta

Centro de Pensamiento, Innovación e Investigación en Resiliencia 

Soluciones Resilientes, Colombia, octubre 2020 

 

Octubre 14 del 2020

Tenemos acostumbrado a nuestros lectores a modo de sello personal en nuestros libros el uso de analogías, alegorías, refranes y fábulas y en este caso no vamos a faltar a esta tradición, por lo cual hemos denominado esta reflexión Resiliencia en “realidad aumentada” para indicar los alcances del modelo Avance, Declive y Evolución de la Resiliencia- ADER

Como es de amplio conocimiento, la realidad aumentada es una tecnología que está revolucionando aspectos de la vida diaria, profesional, de ocio e inclusive intima, así como la forma en la que entendemos e interactuamos con el mundo. En definitiva, es una tecnología disruptiva y es justamente esto lo que queremos ser con este modelo nada más y nada menos que interrumpir modelos de pensamiento anquilosados. Con este modelo pretendemos inducir   una reflexión hacia algo que parece imposible, para lo cual tenemos anuencia pedagógica, y es tratar de “fragmentar”, con miras a construir resiliencia para la vida, las decisiones humanas en Gestión del Riesgo de Desastres - GRD. Esas decisiones las hemos englobado en tres conceptos que las hemos denominado: Avance, declive y evolución de la resiliencia -ADER -.

Acordemos con el lector, dos puntos, uno es que la realidad aumentada (RA) es una tecnología que trata de complementar el mundo real superponiendo o añadiendo capas de información, mediante elementos creados de manera digital sobre el entorno que rodea al usuario. En segunda instancia, que un modelo es un constructo mental, es decir es una abstracción de cosas del mundo real hecho de conceptos a modo de información, que se utilizan para ayudar a las personas a conocer, comprender o simular un tema que representa el modelo construido.

Ambos, tanto la RA como el modelo es una serie de información que le dan al usuario la oportunidad de establecer nuevas maneras de ver, conocer y relacionarse con la realidad. Así las cosas, se podría decir que a través del modelo ADER al igual que con las gafas de realidad aumentada, se puede mostrar otras evidencias o profundidad en la realidad al superponer información para permitir reinterpretar la cotidianidad y en el caso de las acciones realizadas para la gestión del riesgo probar que tanto o no se está creando y recreando resiliencia.

Así las cosas, la creación y recreación de resiliencia puede desarrollarse en acciones casi desapercibidas porque se hacen en la propia realidad cotidiana o en crisis, sin embargo, el modelo ADER puede hacerlas observables lo cual permitirá resultados revisables, (más adelante medibles) sobre los cuales se puede reflexionar para aprender del proceso.

Así mismo, el modelo ADER permite identificar y reconocer esos momentos del comportamiento en pro de la construcción (creación y recreación) de resiliencia en diferentes ámbitos de la actuación humana (personal, familiar, empresarial, institucional) y con ello “fraccionarlos”, a manera de dispositivo pedagógico, para reflexionar sobre la propia realidad cotidiana y facilitar así la observación sobre: QUÉ se está acumulando en acciones para construcción sostenible o no para el futuro, de manera cierta en términos prospectivos.

Dicho de otra manera, mediante este modelo y en este contexto se puede identificar y comprender las acciones que construyen o no resiliencia, también, abre otras posibilidades al dinamizar y encarnar el concepto de resiliencia, llevándolo al siguiente nivel para facilitar su incorporación a la nueva cotidianidad donde la incertidumbre es la constante. La versatilidad de este modelo permite implementarlo en diferentes ámbitos de la vida humana con la finalidad de alcanzar resiliencia para la vida.

Nuestra insistencia, como investigadores, ha sido permanente por la urgencia de divulgar la importancia de la construcción de resiliencia desde diferentes perspectivas. Nos hemos impuesto un camino de búsqueda para desarrollar el uso, práctica y noción de la resiliencia, por lo cual se ha analizado desde diferentes perspectivas, tales como, la resiliencia como paradigma, la resiliencia para la vida, la perspectiva sistémica de la resiliencia, la resiliencia como propiedad emergente, entre otros. Desde estas reflexiones surge el modelo ADER

En esta labor especifica de resiliencia para la vida (como práctica permanente y cotidiana) nos llevó a colocar la resiliencia en una temporalidad de futuro, sin embargo, construido en el aquí y ahora. Al ser ubicado en ese momento temporal lo que sale a nuestro auxilio, para la comprensión de la resiliencia, es la gestión prospectiva del riesgo enclavada en un marco superior entendido como la gestión del riesgo de desastre.

Este reto de dimensionar el Modelo ADER ameritó afrontar desafíos que requirieron de creatividad e innovación en la configuración de herramientas de planificación, métodos, y modelos aplicables en diferentes escenarios o contextos que facilitarán comprender la realidad de la cotidianidad y las acciones conscientes e inconscientes que desarrollamos en ella.

Desde la heurística, comprendida como el arte y la ciencia del descubrimiento y la invención para resolver problemas mediante la creatividad, y la larga tradición profesional en esta labor fueron los detonantes para la idea que dio el impulsó a la construir del modelo. Este modelo ADER que muestra una “realidad aumentada” se aproxima mucho al interés de “decodificar” la realidad para encontrar los signos sociales y culturales codificados en el mensaje del actuar cotidiano percibido en el comportamiento de las personas en diferentes ámbitos. Esta aproximación progresiva permite una comprensión más profunda en los territorios, empresas para explorar en la propia cotidianidad la construcción o no de la resiliencia. Esta “decodificación” de los comportamientos en la gestión del riesgo en diferentes escenarios posibilita identificar unas constantes que se muestren, en lo que podríamos llamar en sensu lato, “códigos sociales y culturales” de la resiliencia.

Estos códigos, muestran las tendencias para observar la cimentación o NO de resiliencia, evidenciados en los comportamientos denominados en esta propuesta como: avance, declive y evolución de la resiliencia. Lo cual se constituye en pasos ciertos para conocer el comportamiento humano dentro de la gestión del riesgo con miras a construcción de resiliencia y serán la base para seguir avanzando en herramientas y métrica.

Al interior de los comportamientos identificados en el modelo ADER se evidencian otros que podrían llamar “subcomportamientos” frente a la resiliencia los cuales pueden ser identificados dentro de dos escenarios: UNO es en la cotidianidad (lo de todos los dias) donde aparece los comportamientos de resistir, adaptarse y prepararse en un ejercicio consciente y habitual; DOS en la crisis o el desastre, surge el comportamiento de absorber y responder, adaptarse positivamente (sin conformarse o resignarse), recuperarse rápidamente y transformarse hasta volver a la cotidianidad (diferente a la mal llamada “nueva normalidad”).

La ventaja del modelo es que dado a que es una construcción conceptual nos permite representar gráficamente el comportamiento de la resiliencia en su creación en la vida cotidiana y en recreación en los estados de excepción en un desastre o crisis. Este es un nuevo acercamiento a la comprensión de la resiliencia 

Desentrañar el ejercicio cotidiano de la resiliencia para la vida, implica pedagogía y para ello utilizamos las propiedades mecánicas en la resistencia de los materiales como analogía para la comprensión. Analizamos de la resiliencia, cómo se crea (deformación elástica) y cómo se recrea (deformación plástica), con lo cual se da vida al modelo (creación propia) avance, declive y evolución de la resiliencia -ADER-.

Como tal, el modelo ADER, es una construcción conceptual que muestra cómo la resiliencia para la vida se basa en una edificación consciente, se crea cuando existen determinadas condiciones para las personas, la sociedad y las empresas frente al riesgo cotidiano o crónico y se re-crea cuando las personas e instituciones son superadas sus capacidades para hacer frente a la ocurrencia de un fenómeno natural, social, tecnológico o biológico que pone en evidencia las situaciones de vulnerabilidad y exposición de las poblaciones y sus territorios, construidas y acumuladas a lo largo del tiempo.

Nuestro propósito, a través del modelo y las demás reflexiones, es impulsar y documentar la resiliencia, llenarla de contenido para que transforme de manera decidida en una nueva línea de trabajo, de investigación y enseñanza que permita avanzar en la comprensión del riesgo de desastres desde uno de los factores menos explorados y más olvidados de la ecuación: la resiliencia

Este modelo da un nuevo impulso a la métrica prospectiva de la resiliencia, por lo tanto permitirá evidenciar en la cotidianidad las acciones basada en modelos mentales anquilosados o impulsados por miedo o por costumbre para mantenernos en una visión opaca o mezquina de la forma de mirar e interpretar las situaciones deben ser revisadas, más aún es estos momentos de grandes retos donde la creatividad y la innovación son la clave para perfilar mejores y sostenibles futuros a través de la “ventana al futuro” que es la resiliencia para la vida. Esta nos reta a enfrentar nuestros propios miedos, para atrevernos a salir de la zona de confort de manera creativa.

La propuesta es no tener miedo al futuro e impulsar la capacidad humana de la heurística como la vía creativa e innovación para la resolución de problemas para humanizar la racionalización de los procesos, Y más en estos tiempos que corren, que como dijo alguien: cuando pensamos que teníamos todas las respuestas nos cambiaron las preguntas.

Te invitamos a descargar y leer nuestro nuevo libro, Resiliencia para la Vida: Modelo de Avance, Declive y Evolución de la Resiliencia

https://arise.mx/quiqueg/uploads/2020/03/Modelo_ADER_FINAL_OCT_1_2020_FINAL.pdf

 



lunes, 23 de marzo de 2020

LA VERDADERA PANDEMIA



Por: Amparo Velásquez Peñaloza
Directora Observatorio de Resiliencia Territorial
Soluciones Resilientes



Este texto no tiene el propósito de ahondar en el tema sobre las precauciones en relación al COVID 19 o sobre las implicaciones que ha tenido y seguirá teniendo en el orden social, político, institucional, económico y productivo que aún están por determinarse. Sin embrago es claro que tenemos en nuestras manos un desastre, resultado de la relación equivocada entre sociedad – sociedad y ésta con la naturaleza. Ahora todos los ojos del mundo están puestos en el desastre (como suele ocurrir en estos casos, recuerden lo que sucede en la destrucción y muerte en un sismo, deslizamiento, inundaciones, tsunamis, etc), donde una parte del mundo se solidariza con el otro afectado, con la ilusión que esos hechos estén muy lejos, pero ahora nos tocó a todos. Esta atención fija en el desastre nos está causando lo denominado “efecto túnel” (utilizados por quienes hemos participado en atención de desastres) que puede llevarnos a situaciones peores, pues sigue sin establecer las condiciones que facilite una plataforma que permita construir resiliencia territorial y no solo la atención del desastre.

Sin lugar a dudas es importante que atendamos a las recomendaciones que hacen los expertos sobre el manejo de los virus en general, volver a las buenas costumbres de limpieza personal y sobre todos de empatía, que nos lleva a la solidaridad de colocarnos en los zapatos del otro, impidiendo que personas se lleven el grueso de las provisiones alimentarias, los instrumentos de aseo personal y de casa. Estas acciones de miedo social complican y complejizan el abastecimiento de la población en general y profundiza la ya grave situación para miles de personas que están en situación de calle, con empleos informales (que si no trabajan sencillamente no comen) y enfermos crónicos que el estado deberá resolver pronto.

La empatía, como práctica que al parecer el grueso de la población ha olvidado junto con sus hábitos de higiene enseñados como usanza habitual en otros tiempos. La falta de empatía observables en los hechos lamentables y grotescos como apedrear la casa de dos hermanas de 63 y 70 años que tiene síntomas de la enfermedad COVID 19 o cambiar de acera por el tránsito de unos paseadores de perros (profesión informal) por la sospecha que los animales los puedan infectar, lo cual es errado.

El enemigo no es el virus COVID 19 (creado por la equivocada relación sociedad - naturaleza) y menos aún las personas quienes lo padecen. Exploremos, por favor, levantemos los ojos miremos en otras direcciones, a las situaciones cotidianas más cercana en las dinámicas de relacionamiento administrativo de los ciudadanos con sus estructuras políticas en los diferentes países relacionada con todos los aparatos de gobierno del mundo. Investiguemos, porque es un peligro que esta delante de nuestros ojos, por costumbre convivimos con él, que por lo ordinario y común ya no lo vemos y que para otros individuos de la sociedad es su modus vivendi: la corrupción; ésta es la verdadera “pandemia”.

Sin dejar de ver que el COVID 19 es un virus nuevo, que en tiempo real estamos aprendiendo de su comportamiento y como dice nuestro inmunólogo Colombiano, Manuel E. Patarroyo, quien descubrió en 1987 la primera vacuna contra la malaria, hay que escuchar lo que nos dice el virus de su comportamiento, en otras palabras es un llamado a que por primera vez escuchemos la naturaleza.

La actual situación mundial es un desastre, es decir, es un riesgo actualizado y como tal se pudo prever por la sociedad en general, por los funcionarios responsables de la salud en el mundo y sobre todo por los diseñadores y ejecutores de las políticas públicas y ordenadores del gasto. Tal como en muchos hechos que han enlutado comunidades en el mundo las acciones que han ocurrido y que equivocadamente llaman “desastres naturales” siempre han sido previsibles. La diferencia es que el fenómeno COVID 19 al cual se le da la responsabilidad (en otros momentos a los fenómenos naturales de deslizamiento o el sismo o tsunami, etc.) del desastre tiene una característica de ubicuidad (tal como la corrupción) que afecta a pobres y a ricos, incide en cualquier tipo de color de piel, no tiene dificultad con el género, aunque si afecta hasta ahora en mayor proporción a las personas mayores expuestas (tal como está ocurriendo con las reformas económicas que inician por el manejo de las pensiones en el mundo).   

Este desastre para la humanidad, la afectación por el COVID 19, que se abre paso entre la población mundial y como un desastre biológico se apodera de un mundo que ya estaba previamente en vulnerabilidad por una “pandemia” mayor que es la corrupción. En Ningún momento esta pandemia, el COVID 19, es lo que Taleb llamaría “el cisne negro” pues a todas luces se cocinaba (nunca mejor dicho) esta situación y ya la había puesto en consideración en un programa de dos temporadas en Netflix llamada “Pandemia” que hacen seguimiento a las acciones y dificultades de científicos trabajando de manera personal en entender y contener los virus, que invito a revisar.

Me daré licencia para utilizar esta palabra pandemia y apropiarla a un fenómeno que llegó al mundo para quedarse y que propicia junto con nuestra indiferencia la creación de una sociedad asistida, frágil y muy mal portada: la corrupción.

La corrupción de define de acuerdo con la RAE como la “acción y efecto de corromper o corromperse”, pero me quedo con la cuarta acepción del concepto que muestra que es un fenómeno que ocurre “En las organizaciones, especialmente en la públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores”. Con lo cual la corrupción es el uso indebido del poder y la forma más rápida de obtener ganancias económicas o políticas, contrarias al desarrollo social y económico de sus pueblos, mediante la apropiación de fondos públicos o distorsión de políticas públicas.

Con esta licencia utilizaré una analogía, con fines meramente pedagógicos, haciendo uso de los conceptos utilizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para explicar cómo una situación llega a ser pandemia, para lo cual tiene que cumplir una serie de criterios y superar la fase epidémica.

De acuerdo con la OMS, un brote epidémico es una clasificación usada en la epidemiología para denominar la “aparición repentina de una enfermedad debida a una infección en un lugar específico y en un momento determinado”. Un ejemplo es una intoxicación alimentaria donde aparecen casos durante dos o tres días, la misma que surge cuando la corrupción se presenta con unas personas por una sola vez desfalcan al estado y con ellos afectan las raciones alimentarias de los niños de una localidad. También pude ser por brotes de meningitis o sarampión que llega a extenderse dos o tres meses.

Pasa del brote a un estadio de epidemia es cuando una enfermedad se propaga activamente debido a que el brote se descontrola y se mantiene en el tiempo, con lo cual aumenta el número de casos en un área geográfica concreta. Tal cual sucede cuando una entidad en conexión con otras entidades sistemáticamente está recortando los alimentos o bajando su calidad en los restaurantes escolares de los menores y esta práctica corrupta se mantiene en el tiempo y además se extiende a los establecimientos de un país y de otros en la región donde prosperan estas prácticas.

Un estadio superior de transmisión del virus se declara como pandemia para lo cual, de acuerdo con la OMS, se tienen que cumplir dos criterios: que el brote epidémico afecte a más de un continente y que los casos de cada país ya no sean importados sino provocados por trasmisión de las personas de un lugar. En la corrupción en los últimos tiempos, por ejemplo, en Latinoamérica con conexiones en otros continentes, la hemos podido comprobar que mediante coaliciones para delinquir como una nueva pandemia del “virus” de la corrupción. Esta forma de malversar las arcas del Estado se ha perfeccionado y se hace coaliciones globales para transgredir mediante la movilización ingente de recursos con impacto en los derechos fundamentales de los pueblos.

Esta analogía de la virulencia de las enfermedades pude compararse, en lo nocivo y expansivo, si se toma en consideración las diferentes formas de corrupción en el marco de las relaciones con lo público. Igual que lo virus biológicos que nos han acompañado a lo largo de la existencia humana, así mismo el “virus” de la corrupción está permanente mutando y mostrando diferentes aspectos del mismo mal tipificados en la ley: el soborno, realizado cuando un funcionario público hace o dejar de hacer algo que era su responsabilidad. Peculado: Cuando un funcionario público se queda o desvía el dinero público, para su beneficio o de terceros, que le fue confiado para administrar. Tráfico de influencias. Cuando un funcionario público acomoda las decisiones de otorgar construcciones de hospitales, servicios públicos que mejoran la vida de las comunidades en favor de personas que son cercanas o con quienes tienen negocios privados. Funcionario que se extralimita en las funciones y requisitos de aquello a lo que está autorizado por ley y tipificando el abuso de poder. Cuando existe un incremento injustificado del patrimonio de un funcionario público conocido como enriquecimiento ilícito. Imponer trabas o amedrentar o evitar la denuncia de un ilícito. Bajo este marco crece la impunidad e impide impartir justicia. También el uso ilegal de información privilegiada, el nepotismo, conspiración para la corrupción.

Todas estas acciones de corrupción son las que impiden la construcción de resiliencia territorial expresada en mejor y más fuerte infraestructura social y comunitaria, protección del ambiente, capacitación, conocimiento, legislaciones, reducción de la vulnerabilidad social, económica, política y administrativa que permitan ser resistentes y “antifragiles” (expresión de Nassin Taleb) ante la exposición de cualquier amenaza. Esta vulnerabilidad es el resultado de nunca haber realizado las inversiones en salud necesaria. por lo cual nos corresponde improvisar soluciones autoritarias en ausencia de una siempre esperada cooperación internacional que siempre nos ha dado la mano en estas situaciones y que ahora no será porque los damnificados somos todos.

Si una piensa en cómo hemos aprendido frente a la última pandemia de 1918 se podría decir que desde el punto médico y de seguimiento biológico sobre la observación en tiempo real de un fenómeno que cobro millones de vidas fue un aprendizaje que se capitalizado, pero no tiene esa misma construcción el acervo social de comportamiento en resiliencia frente a la construcción del riesgo y menos aún en la atención del desastre. Sea esta la oportunidad para capitalizar esta experiencia. 

Si atendemos a los análisis en su publicación de 2016 de la ONG Transparencia Internacional (TI)[1], conjunto de organizaciones de la sociedad civil de América Latina y el Caribe que unen fuerzas para promover la transparencia y rendición de cuentas, con lo cual se busca instaurar prácticas sistemáticas de autorregulación, a través del aprendizaje mutuo, de la transferencia y adopción de estándares voluntarios y comunes para los países, quién cuantifica el costo de la corrupción que afecta negativamente en cifras económicas y en términos del desarrollo anual a los países en su conjunto coloca como ejemplo la erradicar la extrema pobreza: $65 billones, Salud Universal: $80 billones, Acceso a agua y sanidad: $27 billones, Educación primaria universal: $42 billones.

Es valiosa esta apreciación ya que Transparencia Internacional tiene como metodología para el desarrollo del Índice de Percepción de Corrupción (IPC) el cálculo utilizando 13 fuentes de datos distintas de 12 instituciones independientes que recogen las percepciones sobre la corrupción de los últimos dos años.

Continuando con las cifras, para ese mismo año establece, TI, que el dinero perdido en corrupción[2] (al año) se reparte de la siguiente manera: Flujos ilícitos es de $1 trillón que sale de países subdesarrollados, Evasión Fiscal Global: $3 trillones, Sobornos pagados globalmente: $1 trillón, $20-$40 billones robados de presupuestos públicos en países del tercer mundo y depositados en paraísos fiscales. Entre USD 20.000 y 40.000 millones son robados de los presupuestos públicos de países en desarrollo como resultado de corrupción en las altas esferas del poder y ocultados en el extranjero.


Esta situación de desastre por el COVID 19 o cualquier otra por la  ocurrencia de otros fenómenos detonantes, muestra la peor cara de la corrupción pues nos enseña toda la vulnerabilidad del sistema mundial, del estamento de salud y la fragilidad de los más pobres, sin embrago es presenta como una oportunidad para los inescrupulosos para profundizar en la pérdida y malversación de recursos. “La adquisición de medicamentos y suministros en los sistemas de salud suele ser una de las áreas más vulnerables a la corrupción.”[3]
El Índice de Percepción de la Corrupción para el 2019 muestra un estancamiento de la lucha contra la corrupción en la mayoría de los países, revela la incapacidad de la mayoría de los países para controlar la corrupción, lo que a su vez contribuye a una crisis de la democracia en todo el mundo. Este debe ser un aprendizaje social a capitalizar para construir resiliencia y hacer valer los derechos de todos, recordemos que la “cadena es tan fuerte como el eslabón más débil”.

La resiliencia personal, comunitaria y territorial esta en juego como un producto que emerge de unos contextos dados, pero en el marco de la corrupción lo que emerge de este caldo de cultivo es: muerte, enfermedad, desnutrición, analfabetismo, profundización de la pobreza sin servicios básicos, impide el desarrollo, crea baja gobernanza, fragiliza la democracia por que crea relaciones de padrinazgo, asistencialismo y una sociedad asistida. Bajo estos términos ya teniamos un desastre social, ambiental, económico e institucional mucho antes de que llegara el COVID 19, su arribo solo sirvió nos desvelar una vulnerabilidad territorial preexistente.
En el programa investigativo de Netflix, mencionado al principio de este artículo, se puede ver no la corrupción, pero si la burocracia para la asignación de dineros públicos hacia otras causas que impide la asignación de dineros a la creación de fondos para investigación en los virus que hasta el momento se habían manejado, pero fueron claros los investigadores consultados en decir que el surgimiento de una pandemia era cuestión de tiempo. Esa inercia burocrática contrasta con los investigadores comprometidos con llevar adelante el tema y la búsqueda de fondos para investigación, acciones que tocan los dinteles de visiones mesiánicas dejando de lados su vida y afrontando las carencias del sistema con su esfuerzo personal.

Finalmente a “lavarse las manos” nos invitan para mantenernos alejados del novedoso virus, este acto al que nos exhortan los especialistas, es además de un mandato para preservar la salud  y paradójicamente la misma acción que realiza Poncio Pilatos frente a un Jesús ensangrentado  (apropósito de la semana santa) y así mismo lo que hacen los responsables del tema en el mundo frente al desastre como actualización del riesgo que ya se sabía que ocurriría. La invitación es que nos protejamos no solo del virus sino de las visiones sesgadas sobre el verdadero problema y nos impulsemos, basados en esta dolorosa experiencia que enluta cientos de países mientras atemoriza al mundo entero, a la construcción de resiliencia territorial.

sábado, 11 de mayo de 2019

El “síndrome de la empresa hervida”, un argumento para “saltar” hacia la reducción del riesgo de desastres en los negocios


Por: Henry A. Peralta 
       Gerente Soluciones Resilientes
       henry.peralta@solucionesresilientes.com
     
       Amparo Velásquez
       Directora Observatorio de Resiliencia Territorial
       amparo.velazquez@soucionesresilientes.com

Una de los mejores recursos que nos ha dejado la lengua escrita y hablada son las metáforas y analogías, hoy quiero recurrir a una para explicar cómo desde la gestión del riesgo de desastres se posibilita comprender, de manera temprana, las razones para el cambio.

Esta es “el síndrome de la rana hervida” que hace parte del  libro "La rana que no sabía que estaba hervida... y otras lecciones de vida" escrito por Olivier Clerc. “El síndrome de la rana hervida muestra una situación en donde una rana está en una cazuela llena de agua a la cual se le va aumentando su temperatura lentamente. Debido a que la rana tiene la capacidad de regular su propia temperatura y que el aumento de la temperatura es progresivamente lento de tal manera que no puede percibirlo durante gran parte del proceso. Para cuando, la rana, descubre el riesgo en que está inmersa ya no tendrá energía suficiente para saltar y escapar de la cazuela porque la habrá gastado en regular su propia temperatura resignándose a estar en el agua hirviendo. Por otro lado, si la rana hubiese entrado con el agua a altas temperaturas, habría saltado al percibir que era un riesgo continuar allí.”

La empresa está inmersa en una dinámica del entorno del territorio social, político, institucional, ambiental, productivo. Un escenario dinámico y cambiante donde tanto entorno como empresa están intrínsecamente ligadas por compartir el mismo espacio territorial, donde las acciones positivas o negativas de una u de otro, pueden afectarlas.

Por un lado, la empresa se enfoca en su quehacer que pasa por “regular su propia temperatura”, mediante el establecimiento de planes de emergencia, la adquisición de seguros suficientes y en el mejor de los casos planes de continuidad del negocio para proteger sus activos fijos en riesgo y todos los elementos internos que  puedan estar expuestos. Así mismo enfrentando dificultades puntuales cotidianas que les impide ver el “árbol y no el bosque” de las circunstancias.

De otro lado, el aumento de la construcción lenta y paulatina social del riesgo de desastres o de la “temperatura social”, que por lo general no es percibirlo la empresa durante gran parte del proceso, porque siempre se encuentra imbuida en su quehacer de gestión administrativa, financiera, de continuidad, de éxito económico y posicionamiento de la empresa y haciendo frente de forma reactivas a las dificultades cotidianas que el entorno les ofrece. Para cuando esta descubre el riesgo ya no tiene el suficiente interés o energía para “saltar y escapar de la cazuela” es decir, no se han realizado las acciones pertinentes de conocimiento  del entorno y la reducción de riesgo de desastres, para evitar pérdidas mayores. Es donde se hace evidente una fatiga que genera desgastes de las “peleas cotidianas” con el entorno o con ella misma, que termina por alejarlo de este.

Así la empresa se habrá resignado, por haberse desgastado en regular su propia  temperatura que la obliga a permanecer permanecer en el agua hirviendo. Cuando una empresa se resigna a las circunstancias del entorno, se encierra en sí misma y la energía de sus colaboradores se enfoca en luchar internamente con el desagrado por la situación del entorno que dificulta el accionar de la misma.

Normalmente, las acciones que la empresa realiza sobre el entorno, que pueden estar relacionadas con el riesgo de desastres, son más respuestas puntuales que surgen obligadas en contestación a las presiones normativas que el Estado les impone en función de su proceso de producción.  Desde la empresa y muchas veces desde la institucionalidad se forjan explicaciones complacientes donde hay poca disposición a ver, honesta y creativamente, la situación del entorno.

Por supuesto, desde la resignación, hay cada vez hay mayor dificultada para interactuar con el entorno y hay estancamiento de las relaciones comunidad- instituciones públicas – empresa privada. Pero si desde una manera creativa e innovadora la empresa cambia y se adapta y acepta el entorno donde está se ubica, ella misma se vuelve protagonista, el riesgo que conjuntamente se ha gestado, es una oportunidad de relacionamiento y de aprendizaje.  Así la empresa avanza.

La empresa avanza cuando comprende: ¿qué está? y ¿qué no está? bajo su gobernabilidad, lo cual es una oportunidad para negociar en los espacios institucionales los límites y capacidades de cada actor en el territorio. Cuando existe una adaptación y NO una resignación con entusiasmo la empresa, tiene la certeza de saber que esta puede cambiar para asumir los nuevos retos y en los que ella se puede comprometer a cooperar mediante las alianzas público- privadas, en búsqueda de genera entornos en una relación sistema empresa – entorno más seguras y productivas. Así la empresa estará preparada para “saltar”

Sin embargo muchos de estos saltos, solo se dan cuando muchas de las empresas han quedado ya hervidas, es decir cuando han sido afectadas por algún tipo de desastre. Muy pocas se atreven a dar el “salto” antes de la ocurrencia de los mismos.  Este “salto” será tan alto o tan bajo en función de “la temperatura social” que la empresa haya podido medir anticipadamente.

Si el entorno de la empresa se consolida como un escenario de riesgo de desastres y la empresa se resigna a “sufrirlo” como parte del paisaje que le toco vivir, puede resultar afectada frente a la ocurrencia de cualquier evento y quedar hervida. Por el contrario si esta no se resigna y se adapta positivamente para dar el salto, reducirá su posibilidad de quedar hervida.

Dado que los grandes desastres del Japón y de Tailandia en 2011 expusieron a las cadenas mundiales de suministro a riesgos, ha aumentado el interés en la reducción del riesgo de desastres en las empresas y, más recientemente, en el sector financiero[1], vale la pena presentar algunos ejemplos de empresas que “no sabían que estaban hervidas”.

Las inundaciones del 2011 de la cuenca, del río Chao Phraya en Tailandia,  nunca se había modelado y la intensidad del desastre tomo desprevenidos a las compañías globales, al gobierno y al sector asegurador.  Es así como los efectos del desastre, que se propagaron por las cadenas mundiales de suministro, afectaron la producción de todo el mundo y causaron unas pérdidas enormes. Solo en Toyota y en Honda, las pérdidas totales en ganancias operativas se estimaron en 1.250 millones y 1.400 millones de dólares americanos, respectivamente. A pesar del volumen de las pérdidas, fueron muy pocas las empresas que decidieron trasladarse a otras zonas menos amenazadas de Tailandia o a otros países. Una encuesta realizada entre compañías japonesas en Bangkok en 2012 demostró que casi el 80% había decidido permanecer en el mismo lugar, frente al 16% que ya se había trasladado a otras zonas de Tailandia o estaba planeando hacerlo y al 6% que pensaba trasladarse al extranjero (Gobierno del Japón, 2012). (GAR, 2015)

Una fábrica de ropa en Bangladesh colapso en abril de 2013, enterrando bajo los escombros a numerosos trabajadores mal remunerados, la indignación pública se extendió con rapidez por sitios web, blogs y comunidades en línea. En unos días, se habían lanzado diversas campañas en línea de alto perfil contra populares marcas de ropa, y en cuestión de semanas dichas campañas consiguieron que más de 75 grandes empresas firmaran el Acuerdo sobre Seguridad en la Construcción de Edificios y sobre Sistemas contra Incendios en Bangladesh para apoyar un plan ejecutable de seguridad para los trabajadores. (GAR 2015).

La planta de microchips Philips en Nuevo México, proveedor clave de las empresas de telefonía móvil ERICSSON, es golpeada por un rayo. ERICSSON el impase pero no toma ninguna medida a futuro (como cambiar producción o cambiar la tecnología) con cuya decisión pierde USD 400 millones (GAR, 2015)

La forma en que las empresas pueden cambiar y “saltar” para escapar de la resignación, de la configuración social del riesgo, es observar, hacer seguimiento y actuar sobre  los eventos grandes y pequeños para aprender bajo sus propias experiencias o las sufridas por otras empresas, para reaccionar de manera temprana. Estos eventos ocurridos pueden tener como fenómenos detonantes la dinámica natural (sismos, inundaciones, deslizamiento), pero en modo alguno deben considerarse desastres naturales.

La solución es un cambio de perspectiva: de no solo mirar hacia dentro para gestionar sus propios riesgos, sino comprenderlo, el espacio físico, social, económico, ambiental, productivo donde está ubicada la empresa y sus procesos de la cadena  de valor y de suministros.

El cambio que requiere dar la empresa es una apertura hacia el entorno, porque la seguridad de la empresa no depende solo de ella, sino que debe ser extendida y construida en y con él contexto donde se asienta.

Es así como existen también algunos ejemplos éxitos de empresas que decidieron “saltar antes de quedar hervidas”. La clave del éxito de estas empresas es que se involucraron  con sus entornos, desarrollando nuevos productos y servicios que atienden problemáticas sociales o ambientales. Para esto, una empresa necesita redefinir el negocio alrededor del cliente y resolver sus problemas con definiciones de productos no tradicionales, esto es atemperarse a los entornos cambiantes para generar más y sostenibles ganancias. Esto es gestionar el riesgo de desastres[2].

La empresas DIGICEL, fundada en el 2001 en Jamaica, es una empresa de telefonía e de celular, en casa y de soluciones empresariales, con negocios en varios países del Caribe,  Asia y Pacifico. Basado en la premisa “no existe sustituto para la planificación”, cuenta con más de 300 torres de telecomunicaciones en distintas ubicaciones remotas a lo largo del pacifico para ser competitivo en este mercado y también preparando el negocio para sumir la demanda en caso de desastres.   

De otro lado, la preparación y el conocimiento del entorno son claves para Japón.  Los 10 supermercados en Tohoku suministrados por Seven & I Holdings Co. Ltd. pronto volvieron a abrir sus puertas (incluso el mismo día del desastre). Los gerentes de las tiendas locales tenían la autoridad y capacidad para reabrir sus puertas rápidamente. El día después del terremoto de 2011, múltiples rutas de logística eran seguras y 400 trabajadores procedentes de zonas no afectadas fueron trasladados para ayudar.

La empresa Mori Building, bajo la filosofía “construir una ciudad en la cual refugiarse, no de la cual escapar”, ha desarrollado un próspero negocio gracias a la construcción de edificios seguros en caso de terremotos, que cuentan con un premium en sus precios debido a esta cualidad.

La municipalidad de Christchurch en Nueva Zelanda, incorporó la gestión del riesgo de desastres en las prácticas cotidianas de los servicios públicos desde 1990 que dio frutos en el 2011, tales como: La rápida apertura de Puerto Littleton, el funcionamiento ininterrumpido de los centros de telecomunicaciones afectados y la mayoría de los puentes en la ciudad todavía están en uso.

La empresa de servicios Orión, invirtió USD 6 millones en protección sísmica previo a los terremotos de la ciudad Neozelandesa de Christchurch de 2010 y 2011, una medida preventiva que le ahorró USD65 millones a la compañía.

A raíz del rayo que golpeó la planta de microchips en Nuevo México, empresa que era el proveedor clave de empresas de telefonía móvil. NOKIA hace un movimiento rápido, cambia de proveedor y rediseña sus teléfonos para que aceptaran cualquier chip. NOKIA tuvieron un incremento de 42% al año.

Las inundaciones en Reino Unido en el 2014, forzaron la evacuación de 16 mil familias en Inglaterra y Escocia. Inglaterra sufrió grandes pérdidas por encima debido a inundaciones. El Bar Merchant’s Fish, Inglaterra, sufrió una inundación de esas que ocurren cada 50 años. Su equipo quedó destruido y no estaba cubierto por ningún seguro. Su dueño adaptó su comercio durante el reacondicionamiento de la siguiente manera: Colocó un sistema hidráulico en los refrigeradores para elevarlos ante cualquier inundación. Motores de los refrigeradores colocados en la parte superior (no inferior) para no quedar expuestos a las inundaciones.

En Escocia en 1995 se ha implementado una política nacional de planificación coordinada que aborda todas las cuestiones de la gestión del agua sobre determinadas áreas geográficas. Promotores inmobiliarios, compañías de seguros y otros actores trabajan en conjunto. La construcción en llanuras susceptibles de sufrir inundaciones es actualmente casi nula. De las 29 autoridades locales sólo Moray no participó (la cual todavía sufre graves daños por inundaciones y dificultades para acceder a seguros).

El Informe Global de Reducción del Riesgo de Desastres 2013 (Siglas en inglés GAR13) mostró cómo las empresas pueden invertir en la gestión del riesgo de desastres para reducir los costos y las interrupciones que conllevan las pérdidas e impactos ocasionados por los desastres, y cómo pueden mejorar su desempeño y su reputación minimizando la incertidumbre y la impredecibilidad.

En conclusión para evitar que una empresa “permanezca hervida o se cocine lentamente” toda la vida, preparándose para saltar y no fallar en el intento es necesario considerar que:
  •  La gestión del riesgo de desastres- GRD para una empresa le permite rehabitar y reconstruir más rápido y mejor, en ese orden la cadena de suministro se restaura y se garantiza la seguridad a los empleados.
  • o   Una empresa que hace GRD puede volver a sus negocios de forma rápida, reintegrarse a la dinámica comercial recomponiéndose financieramente, sin perder su lugar en el mercado, constituyéndose la GRD en una ventaja comparativa.
  • o   Las empresas que hacen GRD tienen una visión prospectiva del negocio con resiliencia, que le permite a los dueños y sus socios actuar y responder rápidamente en un evento de desastre.
  • o   Frente a la dinámica naturales a las que se vean expuestas las empresas y sus entornos lo que la lógica indica es que se requiere una mayor necesidad de incorporar la gestión de riesgos de desastres en la estrategia empresarial, lo cual le otorga ventaja competitiva.
  • o   Desarrollo positivo de los entornos empresariales y de sus procesos de las cadenas de valor y de suministros, extendiendo la seguridad fuera de sus límites empresariales mediante al GRD.
  • o   Formación y creación de empresas conscientes de sus entornos, que genera procesos en cadena en busca de compartir valor en el territorio que habita y generar territorios más seguros y productivos.
  • o   Una de las vías de GRD se impulsa de forma extendida al uso eficiente de recursos; aprovechamiento de agua, energía y residuos sólidos con resultados positivos en la productividad de la empresa y para la sostenibilidad del entorno o llevando a mercados desatendidos productos de calidad a precios asequibles, ampliando la productividad y sostenibilidad de la empresa.




[1] (Ingirige et al., 2014; UNISDR, 2013a), Tomado de GAR 2015
[2] Módulo 3. Empresas Resilientes en Acción. Taller Elaboración de Planes de Reducción del Riesgo de Desastres: Camino hacia la resiliencia empresarial. ONEA -GETI-UNISDR, 2018

domingo, 17 de marzo de 2019

UNAS NOTAS PARA REFLEXIONAR “LOS DESASTRES” (Artículo escrito por Henry Peralta hace 20 años)



Noviembre 25 de 1999





Henry A. Peralta B.
Estudiante de tercer año de ingeniería civil
E- Mail: heperalt@calvin.univalle.edu.co



Hace mas de nueve meses, nuestro país se estremeció con la tragedia del Eje Cafetero; el terremoto del 25 de enero de 1999 dejó a las poblaciones afectadas en la mas completa desolación, desnudes y muerte, producto del desastre.

Cientos de pesonas quedaron sin ningun horizonte, unos minutos después del terremoto; la vida les cambio por completo en un abrir y cerrar de ojos, mientras unos se lamentaban  y vagaban sin rumbo por las calles, otros yacian bajo los escombros de las edificaciones que se desplomaron como una gran baraja de naipes. Esta tragedia le arrebató la vida a cientos de compatriotas y a otros les arrebató las esperanzas de vivir.

Minutos mas tarde las agencias de noticias nacionales e internacionales de radio y televisión, le informaban al mundo sobre la tragedia colombiana, un masivo despliegue de organizaciones de todos los ámbitos se hicieron presentes para tratar de colaborar en las labores de atención de la emergencia, conformados por comisiones de rescate, de ingenieros , políticos y personas sobrevivientes de la tragedia. Se evidenció de nuevo la falta de organización para la efectiva  atención del desastre horas después de tan lamentable acontecimiento. La falta de verdaderos planes de contingencia para la atención de la emergencia, evidenció también, lo mal preparados que estamos para enfrentar este tipo de sucesos, se nos olvidó por completo las experiencias dejadas por otros desastres como el de Popayán, Páez, Armero, etc,  y  no aprendimos la lección.

El despliegue de las ayudas tanto nacionales como internacionales solo duraron unos pocos meses, hasta que la atención fue dirigidahacia otros lugares del mundo como zonas de conflicto bélico y otras zonas de tragedia, y poco a poco nos fuimos olvidando de nuestra propia tragedia.

Hoy es poco lo que escuchamos en noticias sobre la reconstrucción del eje cafetero, tal vez, porque esta todavía no ha empezado y nuestros hermanos colombianos siguen viviendo en sus cambuches esperando las limosnas que les podamos arrojar, por que lamentablemente nuestro país dejo de ser llamado, el del “Sagrado Corazón de Jesús”, para convertirce eln el pais del “Sagrado Corazón de la Mendicidad”, solo hay que asomarce a la esquina y observar en cada semáforo para evidenciar esto, o tal vez  solo es necesario subirnos a un bus de transporte público.

Los desastres a parte de ser producidos por fenómenos naturales, son incrementados por los fenómenos sociales, y estos la afectan en la medida, de que tan vulnerables  sea una comunidad desde el punto de vista político, económico, sociocultural, y de medio ambiente. La vulnerabilidad entonces se debe entender como la capacidad de una comunidad para dar respuesta y reponerse en un mínimo tiempo de una tragedia, de manera que se disminuyan los efectos negativos sobre esta. Hoy en día se ha evidenciado que nuestro país es muy vulnerable a cualquier tipo de amenaza sea esta de tipo natural o antrópica, y que no contamos con planes agresivos para la disminución de la vulnerabilidad en las ciudades.

Colombia es un país que esta constantemente influenciado por amenazas de tipo natural, cuyos efectos son acelerados por las actividades antrópicas sobre el medio ambiente. Los sismos, deslizamientos y las inundaciones son fenómenos naturales que se generan por la dinámica misma de la naturaleza y que en gran medida cuando estos se presentan ocasionan grandes desastres, atacando la vulnerabilidad política, social, económica, institucional y de medio ambiente de las comunidades, por no estar preparadas para enfrentarlas.

Sí, sabemos que estamos en una zona de alto riesgo de amenazas, es necesario que aprendamos a convivir con ellas, o sea debemos convivir con el riesgo, tomando las medidas pertinentes para disminuirlo.

Nosotros nos hemos encargado durante muchos años de crear en nuestras ciudades grandes escenarios de riesgo, cuando edificamos en zonas de terrenos inestables, zonas de inundación, producto en la mayoría de los casos de la falta de planificación de nuestros gobernantes y la pobreza de la gente.

Para disminuir esos escenarios de riesgos es necesario primero que todo que exista voluntad política para implementar medidas que hagan a las ciudades mas seguras y menos vulnerables frente  a las amenazas naturales; se debe educar a la poblacion sobre temas de saneamiento ambiental, construcciones sismoresistentes y trabajo cumunitario en todos los sentidos. Es evidente que toda accion humana implica asumir un riesgo,

Si enfocamos entonces esta discusión hacia la prevención y la atención de desastres producto de un sismo, por ejemplo, es necesario prepararnos para disminuir sus posibles efectos, el cual se vería evidenciado en la disminución de las pérdidas materiales y económicas y lo más importante el del dolor humano por la pérdida de los seres queridos.
Hay que hacer hincapié que no se trata solo de estar preparados para atender la emergencia, eso es solo una de las acciones que componen   lo que hoy en el mundo se conoce como La Gestión del riesgo. Esto significa que hay que generar planes de prevención que disminuyan la vulnerabilidad humana, social, económica, política e institucional de una comunidad.

Por lo tanto, hay que estar retroalimentando aquellos planes para que se conviertan en el pan de cada día, volverlo tan popular como lo es la Coca Cola. Hay que comprender también que los sismos no matan, lo que mata es el muro mal construido que se nos cae en la cabeza. Los sismos siempre se han producido y no son producto de la ira de Dios para castigar a los que se han portado mal, es una reacción del planeta que demuestra que esta vivo, este mundo les pertenece y nosotros solo somos forasteros que pasamos por el mundo mientras estamos vivos, por lo tanto, hay que aprender a convivir con ellos.

Hoy gracias a los avances tecnológicos  podemos conocer mucho mas sobre los fenomenos naturales, y hay algunos que hasta se pueden predecir, como existen otros que como los sismos ha sido imposible, hasta la fecha, de conocer la hora en que se puede presentar, lo único que conocemos debido a la sismisidad histórica, es las zonas propensas a sismo, por lo tanto lo que podemos hacer para disminuir sus efectos sobre la población es construir bien las edificaciones con el objetivo de que soporten y den mayores grados de tolerancia a la estructura para que esta se mueva y se deforme, antes de caerse para poder correr y ponernos a salvo.