Por: Henry Adolfo Peralta Buriticá
Ing. Civil & Magister en Educación
Gerente General de Soluciones Resilientes
henry.peralta@solucionesresilientes.com
Verónica Iglesias, Arquitecta,
Especialista en Paisajismo
El mundo pinta naturalezas muertas,
sucumben los bosques naturales, se derriten los polos, el aíre se hace
irrespirable y el agua intomable, se plastifican las flores y la comida, y el
cielo y la tierra se vuelven locos de remate.
Eduardo Galeano
El aumento de la exposición y fragilidad de las ciudades asociados a un acelerado crecimiento urbano sin planificación y al deterioro de los ecosistemas, sumado al incremento de la frecuencia, magnitud e intensidad de los fenómenos climáticos, ponen en peligro la vida y la sostenibilidad del planeta. Una infinidad de ejemplos dan cuenta de esta situación en muchos de los centros urbanos localizados en ciudades en Latinoamérica afectadas por inundaciones, deslizamientos, terremotos, tsunami y avenidas torrenciales.
En las últimas décadas se han desarrollado avances normativos que proponen soluciones a esta situación en el orden global, tales como la nueva agenda urbana, los acuerdos de cambio climático, el Marco de Sendai para la reducción del riesgo de desastres y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. No obstante, estos necesitan ser difundidos ampliamente, conocidos, y aplicados, tanto en las escalas nacionales como en las locales. En lo local precisamente, porque es donde se crea, se recrea y se acumula el riesgo de desastres, para que en la práctica se superen los compromisos acordados en “el papel” y se conviertan en acciones reales de transformación positiva en las ciudades.
En los territorios son frecuentes una deficiente gobernanza/gobernabilidad del riesgo y del desarrollo sostenible, aunado a una deficiente regulación y control de la ocupación del suelo y a una planificación territorial dimensionada sólo por la oferta inmobiliaria. A esto se suman la ausencia de proyectos urbanísticos y paisajísticos que satisfagan las necesidades de espacio público suficiente y de calidad, una infraestructura vial para la adecuada movilidad, en articulación con sistemas de transporte masivos eficientes. Estos son, entre muchos otros, retos que los centros urbanos deben atender hoy para enfrentar el futuro, de manera que se integren la reducción del riesgo de desastres y la sostenibilidad de las ciudades como estrategias de desarrollo.
En un escenario deseable, se trata de generar procesos de planificación del desarrollo sostenible, que superen la lógica actual del crecimiento urbano basado principalmente en la oferta inmobiliaria; pues como es conocido como actividad que moviliza el empleo y dinamiza la economía de los centros urbanos, tiene gran influencia en la configuración de los mismos.
El crecimiento de la oferta inmobiliaria principalmente en las ciudades grandes e intermedias es exponencial. Esta presión dinámica sobre el uso del suelo, asociada al modelo de desarrollo actual, trae como consecuencia la generación de condiciones inseguras, representadas en altas concentraciones de población en áreas relativamente muy densificadas, desprovistas por lo general de una infraestructura vial y de sistemas de transporte masivo adecuados para garantizar la movilidad de los nuevos habitantes. Así mismo, el deficiente espacio público y áreas verdes para el esparcimiento no son acordes con el espacio habitacional definido. Ni tampoco lo son los sistemas de drenaje de agua lluvia, en muchos casos conectados a viejos y obsoletos sistemas existentes, que aumentan la exposición de los centros urbanos a las inundaciones. De otra parte, la carencia de suelo apto para ciudadanos de bajos ingresos, aumenta esta problemática cuando ocupan terrenos inadecuados.
Como resultado de todo este desajuste entre la sociedad – naturaleza y sociedad – sociedad, surgen ciudades muy densamente pobladas, que se extienden de manera insostenible, bien sea desde la marginalidad o desde la legalidad de las áreas de expansión permitidas por los instrumentos de planificación.
Este crecimiento genera ciudades cada vez más densas , pero a la vez más difusas, colmatadas de viviendas en cerros susceptibles a deslizamientos y expandidas en llanuras aluviales propensas a inundaciones. Con poco espacio público y déficit de equipamientos; además de dependientes a la misma infraestructura vial existente que entra en colapso al recibir la gran demanda de los nuevos desarrollos urbanos. Los problemas ambientales no se hacen esperar: la mala calidad del aire y el exceso de ruido, son algunos de los más recurrentes, ellos demandan un replanteamiento del modelo de uso y ocupación del territorio.
De no tomar acciones urgentes, el escenario futuro no será alentador, se seguirán acumulando y construyendo condiciones inseguras que se materializarán en desastres. De continuar las dinámicas urbanas actuales que destruyen y alteran las estructuras ecológicas, el escenario previsible será el de una intensificación de los efectos negativos de la urbanización desordenada que ya son evidentes en muchos asentamientos Latinoamericanos. Los sistemas de drenaje actuales, insuficientes para las demandas urbanas existentes, no serán capaces de adsorber las nuevas cargas impuestas para la evacuación del agua; como tampoco los sistemas de protección contra inundaciones protegerán, sobrepasados por una demanda mayor a la que fueron diseñados. La cobertura arbórea disminuida en grandes porcentajes y remplazada por pavimentos que hacen impermeable los suelos, aumentarán los niveles escorrentías a escala urbana. Lo que antes no se inundaba se inundará luego de intervenido, debido a la falta de vegetación que regule la cantidad de agua que corre por ríos, calles y aceras . Las construcciones inapropiadas para los sectores más populares que adolecen de recursos para conseguir asistencia técnica seguirán a la orden del día, materiales y diseños precarios, obsolescencia con relación a las normas de sismo resistencia vigente. Grandes áreas en las zonas antiguas de las ciudades continuarán en deterioro urbanístico- degradación espacial (edificaciones en ruina). La alta densidad poblacional en sectores de nuevos desarrollos urbanísticos aumentará el riesgo de desastres. La densificación de vivienda en zonas de ladera de suelos inestables y suelos licuables se intensificará.
Como respuesta a esta problemática urbana es necesario avanzar en la consolidación de un modelo de desarrollo territorial que integre las condiciones mínimas y necesarias para buscar un diseño y desarrollo urbano resiliente. El esencial cuatro de la campaña mundial desarrollando ciudades resilientes: ¡Mi ciudad se está preparando! De la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres, plantea una serie de propuestas para lograr esto, estas son:
·
Zonificación del uso del suelo y
gestión del crecimiento urbano, para evitar o reducir factores que inciden en
la resiliencia - la identificación de tierras aptas para el desarrollo futuro,
considerando cómo los grupos de
bajos ingresos pueden acceder a tierras
adecuadas.
·
Integrar consideraciones sobre
gestión del riesgo en la planificación, diseño y construcción de nuevas
edificaciones, asentamientos e infraestructura, utilizando técnicas innovadoras
o tradicionales según sea aplicable;
·
Solucionar las necesidades de los
asentamientos informales, incluyendo déficits de infraestructura básica como
agua, alcantarillado y saneamiento.
· Evaluación de la resiliencia de la
infraestructura, ante las amenazas potenciales y la incorporación de los
reforzamientos de las medidas de prevención.
· Desarrollo y aplicación de códigos
de construcción adecuados y directrices para estructuras patrimoniales.
· Educación sobre prácticas de
construcción resiliente ante las amenazas, para todos los actores del sector de
la construcción.
·
Integrar la protección del
patrimonio natural y cultural de la ciudad.
·
Maximizar el uso de soluciones de
diseño urbano, tales como : superficies impermeables, zonas verdes, sombreado,
áreas de retención de agua, corredores de ventilación, etc. , que pueden
contribuir a la reducción de los riesgos y disminuir la dependencia de la
infraestructura convencional ,como los sistemas de alcantarillado, diques,
entre otros.
·
Involucrar a los actores
relevantes afectados, de manera adecuada y proporcional, en los procesos de
toma de decisiones, relacionadas con el desarrollo urbano.
· Incorporación de los principios de
diseño sostenibles ejemplares en los nuevos desarrollos. Vínculos con otros
estándares vigentes donde sea aplicable (BREEAM-BRE Método de evaluación Ambiental- LEED –
Liderazgo en construcción sostenible- , Greenstar – manejo sostenible de
residuos/basuras, etc.).
· Actualización periódica de las
normas de construcción y normas de regulación, de manera coherente con los
cambios en la información disponible y evidencias sobre los riesgos.
Aunque las estrategias son claras,
los retos son enormes, y no existen fórmulas que puedan aplicarse genéricamente
a cada territorio para desarrollar un diseño urbano resiliente. Los avances en
muchos de los países en desarrollo, si bien pueden ser significativos y tener
un impacto positivo, en conjunto se vislumbran insuficientes ante el
crecimiento de las problemáticas urbanas. Estos no parecen en el corto plazo
ser determinantes para modificar radicalmente el escenario negativo de territorios
insostenibles. Sin embargo, hay un paso que es crucial que den las
administraciones locales y es el de la articulación de todas sus dependencias
para liderar la generación de una ciudad resiliente.
Adicionalmente, el diseño urbano resiliente, no debe ser una competencia exclusiva de un sector de la administración pública, debe ser el resultado de un proceso de articulación intersectorial, donde lo público, lo privado, los ciudadanos, las asociaciones de profesionales de ingenieros, arquitectos, urbanistas, paisajistas, la academia, tengan como denominador común el fortalecimiento y generación de la resiliencia, como una propiedad emergente de un sistema en riesgo: el planeta.
Adicionalmente, el diseño urbano resiliente, no debe ser una competencia exclusiva de un sector de la administración pública, debe ser el resultado de un proceso de articulación intersectorial, donde lo público, lo privado, los ciudadanos, las asociaciones de profesionales de ingenieros, arquitectos, urbanistas, paisajistas, la academia, tengan como denominador común el fortalecimiento y generación de la resiliencia, como una propiedad emergente de un sistema en riesgo: el planeta.
Observatorio Resiliencia Teritorial
Centro de Pensamiento, Innovación e Investigación
Soluciones Resilientes
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