sábado, 31 de marzo de 2018

LA RESILIENCIA FRENTE AL CAMBIO CLIMÁTICO

Ing. Civil & Magister en Educación
Gerente General Soluciones Resilientes

En la actualidad la humanidad enfrenta uno de los grandes desafíos de los últimos tiempos: el cambio climático. Independientemente de las posturas científicas y políticas que defienden o atacan su existencia, a escala global se están experimentando diversos impactos asociados a la climas extremos, de frío o calor, de generación de tormentas tropicales que se convierten en huracanes que se salen de la escala de medición existentes, el aumento del nivel del mar por el descongelamiento de los glaciares, entre otros efectos. A esto se le suma el aumento de la exposición y fragilidad de las ciudades asociado a acelerado crecimiento urbano sin planificación y el deterioro de los ecosistemas. 

El impacto económico de los desastres se está incrementando de manera exponencial, y se expresa en cifras que asombran. Aunque las pérdidas de vidas asociada a la ocurrencia de eventos climáticos se ha reducido en las últimas dos décadas por la existencia de sistemas de alerta temprana, las proyecciones sobre las pérdidas por desastres futuros son cuantiosas. Los territorios insulares son los más afectados por estar al nivel del mar. 


El cambio climático es una realidad. Lo anterior es un campanazo de alerta para tomar las medidas necesarias para hacerle frente a esta problemática global que impacta lo local. La sola ocurrencia de un evento climático puede enviar "ondas expansivas" que pueden afectar la continuidad de los negocios territoriales.


Ante todos estos retos que desafían la supervivencia de comunidades, ciudades o incluso países, la construcción de resiliencia es la mejor alternativa. Esta constituye el camino propicio para fortalecer las capacidades de los países (gobiernos nacionales y gobiernos locales) y de sus ciudadanos para enfrentar y recuperarse de las crisis. 
Conocer para resistir y permanecer, adaptarse positivamente y no conformarse; prepararse para afrontar y recuperarse rápidamente transformando la realidad que generó la crisis, son los cuatros procesos necesarios para crear y re-crear la resiliencia frente al cambio climático. Estos aspectos se explican a continuación:

1-Conocer para resistir y permanecer. Implica la construcción de escenarios de riesgos climáticos en donde se identifican amenazas y vulnerabilidades, se estima el riesgo en términos de pérdidas potenciales, se monitorea y se comunica. Esto hace parte de la gestión prospectiva del riesgo (evitar que se generen nuevos riesgos)

2-Adaptarse positivamente no conformase. Hay dos formas de adaptase a una situación: una negativa, caracterizada principalmente por una actitud de negación, indiferencia y conformismo (estrategia "de hacerse el loco"). Y una positiva, caracterizada por una actitud de cambio y de no conformismo, con soluciones creativas e innovadores (estrategia "de hacer lo mejor que se pueda"). Esta hace parte de la gestión correctiva o compensatoria del riesgo (reducir los riesgos existentes).


3-Preparase para afrontar. En este componente se fundamenta una decisión y aceptación consciente de los impactos del cambio climático y su manera de afrontarlos. Implica desarrollar acciones de preparativos para enfrentar posibles emergencias, el fortalecimiento de estrategias de evasión de los fenómenos climáticos potencialmente peligrosos, mediante los sistemas de alerta temprana. Así como definición de planes de emergencia y contingencia. Esta hace parte de la gestión reactiva del riesgo (preparación y  respuesta efectiva). 


4-Recuperarse rápidamente y transformar la realidad que generó la crisis.  De ocurrir el desastre implica realizar de manera eficiente el proceso de recuperación. Aquí es clave establecer planes de recuperación anticipados que puedan facilitar el camino hacia una reconstrucción sostenible. Esta hace parte de gestión evolutiva y transformadora (reconstruir mejor).


Finalmente y haciendo alusión a la frase de Gustavo Wilches: "El problema no es que llueva más sino las goteras que tenemos en el techo". Podríamos decir que el problema no es solamente es cambio climático, sino las condiciones de exposición y fragilidad existentes asociadas a  una construcción social. Por ejemplo, se pueden tener dos casas una al lado de la otra, construidas en la misma época, con un diseño similar, pero con dos dueños diferentes, uno que le hace mantenimiento al techo y otro que no. Es obvio que el mayor impacto después de un fuerte aguacero lo tendrá aquella casa que tiene goteras por falta de mantenimiento. 


Como un acto de creación, la resiliencia emerge como propiedad de una construcción individual y colectiva en la cotidianidad de la vida. Esto se evidencia en el aumento de su resistencia,  asociado al hecho de conocer, adaptarse y prepararse, es decir hacerse menos frágil para afrontar las crisis. El nivel de resiliencia o de capacidad aumenta en la medida que somos menos vulnerables, es decir con menor exposición y fragilidad.

De otra parte como un acto de re-creación, la resiliencia se pone a prueba como propiedad emergente de la capacidad de recuperarse de manera rápida y eficiente en el menor tiempo posible y con menor traumatismo posible. El nivel de recuperación después de una crisis individual y/o colectiva, es inversamente proporcional al grado de preparación para afrontar.

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